martes, 28 de febrero de 2017

De Amsterdam a Zagrilla Baja. Caida libre y pletórica

Barruntando

Vender una casa suele ser algo habitual. Oferta y demanda. Tan simple como eso. Pero en el caso de las Molly Malone las cosas simples y habituales toman matices diferentes. Y vendiendo una casa que ninguno íbamos a comprar empezó todo.

Meses atrás y con Inmaculada, como a ella más le gusta, como diva sobre las tablas, y deleitándonos a todos empezó a barruntarse la tercera expedición de las Molly y la segunda con los Melones.
Tras la obra, cervecitas de rigor  y algo de frío, con los cuellos subidos y con cervecita en mano, primero felicitamos a Inmaculada por su brillante actuación, luego y con la nostalgia del viaje a Amsterdam comenzamos a hilar la siguiente salida.
¡Casa rural! ¡casa rural! El chispazo surgió rápido y conciso. Y como en la última ocasión, sobre mi persona recayó la organización del evento, o mejor dicho buscar donde nos pegaríamos el desmarque.

Y de Amsterdam a Zagrilla Baja, el salto suena pobre, casi a retroceso, pero los hechos demuestran que lo importante en estos casos no es el lugar, sino la compañía.
Zagrilla Baja fue el lugar elegido, tengo que reconocer que lo dejé pasar en el tiempo por aquello del “aun quedan semanas”, menospreciando el tiempo y el listado que la misma noche de la obra de teatro, me mando Mar por correo electrónico. Un listado con infinidad de direcciones que me aturulló. Es más, cuando me puse las pilas tras mirar en el calendario de la cocina como se acercaba la fecha de la escapada, y una vez decantado por un par de opciones, colgué en el WhatsApp los enlaces de las dos casa elegidas. Tengo que reconocer que me despistó que todo el mundo se decantara por la Casa de La Higuera, justificando la decisión en la cercanía, y descartando la Casa el Rincón. La verdad que no acababa de entender eso de la cercanía ya que estaba la una de la otra a escasos cinco o seis kilómetros. Pero claro cuando me dí cuenta, entendí que llevaban más razón que un santo, y es que había colocado el enlace de una casa que estaba cerca de Murcia.




El Trayecto.

En dos tandas aparecimos en el idílico pedacito de paraíso que resultó ser la aldea de Zagrilla Baja, descansando en pleno Parque Natural de la Subbética Cordobesa.
Sobre las doce de la mañana del viernes 11 de Febrero de 2017 apareció la avanzadilla en la aldea, una avanzadilla compuesta por Carmela  y mi persona. Trabajillo costó llegar hasta la entrada de la misma, concretamente hasta la parada del autobús donde habíamos quedado con Fernando, el propietario de la casa. Y a pesar de que el tiempo estaba saboriote, decidí bajar del bólido para echar una fumailla, y fue en ese momento cuando una señora mayor, lugareña casi ancestral del lugar,  dirigiéndose a mi y confundiéndome con su hijo, me preguntó que, qué hacía allí parado. Lógicamente al acercarme a ella, entendió que no era su hijo, que era un turista de esos que van por allí en verano. En plena conversación con la abuela llegó Fernando que nos hizo seguirlo tras su flamante Mercedes todo-caminos hasta lo alto de un cerro donde se encontraba la casa. Y aunque, y durante todo el trayecto no le perdimos la cara al paisaje, fue realmente cuando nos vimos en el mirador de la casa, cuando en lo alto de aquel cerro tomamos conciencia del privilegio que suponía estar allí.
La Tiñosa, reina del parque natural, a pocos kilómetros a nuestra derecha, dejando ver un poquito mas a derechas la población de Priego de Córdoba. Entre la cumbre y nosotros un valle abrupto de olivos y membrillos entre caminos y pistas. Frente a nosotros otro cerro de olivos y al fondo la continuación de la cadena montañosa buscando las serranias de jaen. Y a izquierdas y al fondo mas cumbres, también con valles abruptos de olios, ya a nuestros pies la aldea de Zagrilla Baja, dejándose ver en un perfil lineal de casitas blancas y tejados a dos aguas, con chimeneitas dibujando hilitos de humo. Todo ello casi engullido por un cielo gris plomizo que no dejaba de regalar agua de lluvia y ventisca fría con aroma a leña quemada.

La Tiñosa nevada.
El deleite continuó dentro de la casa, subiendo y bajando escaleras, trapicheando por las habitaciones, por los baños, por la cocina, el salón, la cochera, los miradores. Por los jardines y por la piscina, y observando el buen gusto en la decoración, la calidad del mobiliario y sobre todo la limpieza en toda la casa y su entorno. Durante unos minutos parecíamos los Marqueses de Priego estrenando finca. Luego y tras elegir nuestros aposentos y arrimar leña a la chimenea, pusimos dirección al único restaurante de la aldea donde degustamos unas costillitas de lechal y un plato típico zagrillero. Tras el copioso almuerzo volvimos a la casa donde al calor de la lumbre, y mientras hacíamos hora hasta la llegada del resto del grupo, disfrutamos de una merecida siesta y de un buen rato de lectura.


No nos mató el hambre y nos va a matar la comía.

Que comer es un placer, creo que todo el mundo lo tiene claro. Que las celebraciones tienen como fin comer y beber, creo que también. Pues en una casa rural, prácticamente ingresados dos días, pues ni os cuento. Todo conocimiento se pierde hasta el punto de soltar una de las frases mas utilizadas en descarga de nuestras propias conciencias. La frase en cuestión no es otra que la conocida, “Pues tanto no hemos comido” (¡los cojones!).
Los desayunos eran generosos y el intervalo con el almuerzo se difuminaba en el tiempo a base de picoteo y cervezas tempraneras antes de entrar de lleno con el vino. Con el otro intervalo, el que iba de merienda a cena, sucedía tres cuartos de lo mismo. Con lo que realmente la frase de, “Pues tanto no hemos comido” se puede dar por buena, ya que solo comíamos una sola vez al día. Eso sí, empezábamos a las nueve de la mañana y terminábamos a las once o doce de la noche.

El menú fue muy variado y sobre todo basado en la dieta mediterránea. Jamón para desayunar, merendar, tapear, o cenar. Con el queso, más de lo mismo. Salchichón y morcilla del malatacao para la cata dirigida acompañando al amontillado. Tiritas de bacalao, para el tapeo y las migas. Chorizo, para las migas. Naranja para las migas, Huevos fritos para las migas. Anchoas con tomate para el Oloroso. Paté para el Cream, Presa ibérica para la cena del sábado y el tapeo del domingo a mediodía. Panceta para las migas. Cigalas para el arroz con verduras y pollo del domingo.
Ahh y ensalada y fruta y leche. La repostería también funcionó a tope, con unas sopaipas riquísimas con chocolate que se marcó Mar. Ubicar el horario donde nos jalamos las sopaipas es complicado. Podríamos decir que mientras parte del grupo con la noche encima degustaba las sopaipas con chocolate, otro grupete apostaba por la presa ibérica y el tinto. Incluso hubo algún valiente que se atrevió con ambos manjares en un minúsculo intervalo de tiempo. Y claro como los estómagos estaban fatigados de las migas con… del mediodía, y todo lo que arrastraban de la noche anterior y del desayuno, pues lo reflujos gástricos hacían mezclar en ardientes bocanadas el chorizo con el chocolate. Toda una orgía de sabores.
Lógicamente comer y no beber, no entran en los cánones tradicionales de nuestra cultura, y a excepción de Inmaculada y sus cosillas, Carmela y su bombo, y los niños de Pilar (Pepe hijo, y Victoria) el resto del grupo compaginó a la perfección los manjares de la dieta mediterránea y el vino de la tierra, y la cerveza fresquita, y el tinto, y los digestivos zagrilleros para aliviar los almuerzos, y los zagrillassos para cerrar las jornadas al calor de la lumbre y con buena charlita, y… (bueno, con palmeritas de chocolate)
Las Molly´s preparando las migas.

Los melones entreteniéndose mientras las migas se van haciendo.
Y si comer y beber van de la mano. Comer, beber y dormir, ni os cuento. No todo el personal durmió siesta, pero el que terminaba entrando por el aro, lo hacía con alegría en el sueño, con satisfacción, con ese sueño, que tras dar una cabezada y despertarse antes de volver a coger el sueño bueno otra vez, se relame de gusto en su propio placer. De estas algunas cayeron, Comenzando por la pequeña Victoria, que en el trayecto de ida de Montilla a Zagrilla Baja cayó, y que continuó en el sofá de la casa, hasta que de forma puteante la despertó su hermano. Y es que el joven Pepe Hijo, no había hecho mas que comenzar a dar por culito, ya que a lo largo de la noche del viernes y durante gran parte del sábado y domingo se cebo con algunos a base de tiros con las pistolita de balas de esponja con la que apareció en la casa. (AELITO)(PADRE).
Buena, también de relamerse, fue la que yo  mismo me pegué el mismo viernes por la tarde como ya he comentado. Algo mas cortita fue la que me pegué el sábado por la tarde tras la ingesta de migas con… Realmente esta la podemos calificar de cabessilla, ya que rectifiqué rápidamente y me uní al grupo de paseantes que salimos a trapichear por el campo, minutos después. Cosa que no pudo hacer Matias, que a las migas ya llegó tocado y que no aguantó el frenesí de comida y bebida, y que cometiendo el error de situarse cerca de la chimenea con el estomago lleno, y jartico claudico a su suerte. Más que una buena siesta, relamiéndose de gusto, podríamos calificarla como la gran siesta del finde. La madre de las siestas. Eso dio lugar a todo tipo de comentarios y bromas, por parte de los mayores, convirtiéndose en la diana de Pepe Hijo, que a lo largo de la siesta pudo realizar en torno a cien cincuenta tiros a quemarropa al probre Matias.

Venditas siestas

Como digo, hubo quién eludió la siesta, ya que consideran que es perder el tiempo. Tiempo que se puede utilizar, por ejemplo, en coger un tajo charla bueno. Y así sucedió. Convirtiendo la cocina en un mentidero de corral de comedias del siglo de oro. El café echaba humo y las lenguas jervian. Y es que un ratico charla alimenta a veces más que una siesta. Por eso yo aunque no tomo café también me pegué mi ratico en la cocina.
Pero cuando verdaderamente disfrutábamos de charlita buena era tras las cenas. Mejor dicho tras llevar todo el día comiendo y bebiendo y nos relajábamos al amparo de la chimenea hasta altas horas de la noche. Y cuando digo relajábamos los digo por todos, eso si unos mas que otros, ya que Pilar, lo intentaba de aquella manera, a partir de las nueve o diez de la noche, poniendo empeño en mantenerse en las conversaciones, con los ojos cerrados y dando cabezadas continuas. (AELITO)(MADRE)
En ese momento y con Pepe Hijo acostado tras jornadas de artillería pesada y la pequeña Victoria también en sus aposentos, tras días de trajín y disputas con su hermano por los dibujitos animados en la tablet y la tele y por su puesto tras sus ratitos de malafollá, comenzaban las historias de unos y otros, las controversias, las risas, los latigazo de zagrillassos, o mis salidas a fumar acompañado por Pepe Padre y Matias, para contemplar el cielo, sentir el aire y la lluvia o simplemente  disfrutar del entorno y sentirnos unos privilegiados.


Actividades Lúdicas.

Teniendo en cuenta que el tiempo no nos dio mucha tregua, y que tuvimos agua, ventisca, y que incluso La Tiñosa amaneció nevada el sábado, hay que decir que las excursiones-travesias ocuparon también su espacio en la escapada del fin de semana.
Concretamente dos oficiales y alguna que otra extraoficial.
La primera tuvo lugar el Sábado por la mañana, con el grupo integro. En poco mas de media hora, los diez magníficos descendimos de nuestro cerro, atravesamos Zagrilla Baja por su parte inferior, continuamos dirección Zagrilla Alta, caminando por las afueras de Zagrilla Baja y llegamos hasta el Centro Museo Micológico. En el trayecto Pepe Hijo, hizo migas con un bonito perro lanudo que nos acompañó hasta la misma entrada del Jardín Micológico La Trufa. Una vez dentro y con la ayuda de Pepe Padre, disfrutamos y conocimos un poquito más del misterioso y encantador mundo de las setas, los champiñones y todas esos regalitos de la naturaleza.



La segunda excursión tuvo lugar el Domingo por la mañana, y en esta ocasión no todo el grupo acudió, y fue una pena para los que no la perdimos, ya que los intrépidos excursionistas que se envalentonaron en caminar con un clima desagradable, se llevaron la grata recompensa de visitar los lavaderos del pueblo, donde aun hoy muchas mujeres acuden a lavar la ropa como solía hacerse siglos atrás, así como el nacimiento del Rio Zagrilla.

Y alguna que otro paseito calló, como el del Sábado por la tarde, con el fin de efalagar las migas… Paseo agradable entre olivos, membrillos y con el Rio Zagrilla de protagonista, aunque para protagonismo el de los Pepes (padre e hijo) que a lo largo del recorrido dieron un recital de buen rollo y detalles graciosos. Como por ejemplo el del detector de niños guapos (una segunda rama de membrillo doblada, la primera se la partió su padre de cuajo tras una pequeña reyerta familiar) que pitaba cada vez que Pepe Hijo se lo colocaba delante de la cara.







Las Molly Malone y los Melones.
Tampoco faltaron los intentos de clases astronómicas, con telescopio incluido, pero en vistas de que las nubes no dejaban un resquicio para poder mirar, optamos por entretenernos en mirar el horizonte a plena luz del día.


Despedida y cierre.

Domingo seis y media, abandonamos la casa, con todo recogido y tras entregarle la llave a Fernando. La pequeña Victoria una vez en el coche montada, le decía a su madre tranquilamente. “Mama yo quiero irme a la casa”. Dicen que los niños, los borrachos y los locos siempre dicen la verdad. Sin duda esa expresión de la pequeña Victoria (AELITO, MADRE, PADRE, PADRE) recoge las buenas sensaciones con los que todos volvíamos de nuestro ingreso en la Casa de La Higuera, en un lugar idílico, rodeado de naturaleza, disfrutando de las maravillas de nuestra tierra, a escasos kilómetros de nuestras casas.
Sin duda era un nuevo reto para Las Molly Malone y sus acompañantes. Carmen volvía tras la triste retirada del año pasado, los niños se sumaban al grupo y la experiencia era novedosa para el grupo al completo.
Creo que nuevamente hemos superado el reto, y que el mes de febrero empieza a tenerse en cuenta para las Malone y los Melones.
En fin que la cosa ha ido bién y que empieza a haber ganas de repetir.

Y ya sabéis  ¡Viva la goma!   (AELITO)



Datos:

Casa de La Higuera.  Zagrilla Baja.
Contacto. Fernanco.  696 662 788.
www.casahiguera.com


Otras fotillos

Camino al jardín micológico junto al perrito lanudo


Nacimiento Rio Zagrilla

Lavaderos
Vistas de Zagrilla Baja desde la Casa

Agua biene

Pá las migas




Pá las migas