Barruntando
Vender
una casa suele ser algo habitual. Oferta y demanda. Tan simple como eso. Pero
en el caso de las Molly Malone las cosas simples y habituales toman matices
diferentes. Y vendiendo una casa que ninguno íbamos a comprar empezó todo.
Meses
atrás y con Inmaculada, como a ella más le gusta, como diva sobre las tablas, y
deleitándonos a todos empezó a barruntarse la tercera expedición de las Molly y
la segunda con los Melones.
Tras
la obra, cervecitas de rigor y algo de
frío, con los cuellos subidos y con cervecita en mano, primero felicitamos a
Inmaculada por su brillante actuación, luego y con la nostalgia del viaje a
Amsterdam comenzamos a hilar la siguiente salida.
¡Casa
rural! ¡casa rural! El chispazo surgió rápido y conciso. Y como en la última
ocasión, sobre mi persona recayó la organización del evento, o mejor dicho
buscar donde nos pegaríamos el desmarque.
Y
de Amsterdam a Zagrilla Baja, el salto suena pobre, casi a retroceso, pero los
hechos demuestran que lo importante en estos casos no es el lugar, sino la
compañía.
Zagrilla
Baja fue el lugar elegido, tengo que reconocer que lo dejé pasar en el tiempo
por aquello del “aun quedan semanas”, menospreciando el tiempo y el listado que
la misma noche de la obra de teatro, me mando Mar por correo electrónico. Un
listado con infinidad de direcciones que me aturulló. Es más, cuando me puse
las pilas tras mirar en el calendario de la cocina como se acercaba la fecha de
la escapada, y una vez decantado por un par de opciones, colgué en el WhatsApp
los enlaces de las dos casa elegidas. Tengo que reconocer que me despistó que
todo el mundo se decantara por la
Casa de La
Higuera , justificando la decisión en la cercanía, y
descartando la Casa
el Rincón. La verdad que no acababa de entender eso de la cercanía ya que
estaba la una de la otra a escasos cinco o seis kilómetros. Pero claro cuando
me dí cuenta, entendí que llevaban más razón que un santo, y es que había
colocado el enlace de una casa que estaba cerca de Murcia.
El Trayecto.
En
dos tandas aparecimos en el idílico pedacito de paraíso que resultó ser la
aldea de Zagrilla Baja, descansando en pleno Parque Natural de la Subbética Cordobesa.
Sobre
las doce de la mañana del viernes 11 de Febrero de 2017 apareció la avanzadilla
en la aldea, una avanzadilla compuesta por Carmela y mi persona. Trabajillo costó llegar hasta
la entrada de la misma, concretamente hasta la parada del autobús donde
habíamos quedado con Fernando, el propietario de la casa. Y a pesar de que el
tiempo estaba saboriote, decidí bajar
del bólido para echar una fumailla, y
fue en ese momento cuando una señora mayor, lugareña casi ancestral del
lugar, dirigiéndose a mi y
confundiéndome con su hijo, me preguntó que, qué hacía allí parado. Lógicamente
al acercarme a ella, entendió que no era su hijo, que era un turista de esos
que van por allí en verano. En plena conversación con la abuela llegó Fernando
que nos hizo seguirlo tras su flamante Mercedes todo-caminos hasta lo alto de
un cerro donde se encontraba la casa. Y aunque, y durante todo el trayecto no
le perdimos la cara al paisaje, fue realmente cuando nos vimos en el mirador de
la casa, cuando en lo alto de aquel cerro tomamos conciencia del privilegio que
suponía estar allí.
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La Tiñosa nevada. |
El
deleite continuó dentro de la casa, subiendo y bajando escaleras, trapicheando
por las habitaciones, por los baños, por la cocina, el salón, la cochera, los
miradores. Por los jardines y por la piscina, y observando el buen gusto en la
decoración, la calidad del mobiliario y sobre todo la limpieza en toda la casa y
su entorno. Durante unos minutos parecíamos los Marqueses de Priego estrenando
finca. Luego y tras elegir nuestros aposentos y arrimar leña a la chimenea,
pusimos dirección al único restaurante de la aldea donde degustamos unas
costillitas de lechal y un plato típico zagrillero. Tras el copioso almuerzo
volvimos a la casa donde al calor de la lumbre, y mientras hacíamos hora hasta
la llegada del resto del grupo, disfrutamos de una merecida siesta y de un buen
rato de lectura.
No nos mató el hambre y nos va a matar
la comía.
Que
comer es un placer, creo que todo el mundo lo tiene claro. Que las
celebraciones tienen como fin comer y beber, creo que también. Pues en una casa
rural, prácticamente ingresados dos días, pues ni os cuento. Todo conocimiento
se pierde hasta el punto de soltar una de las frases mas utilizadas en descarga
de nuestras propias conciencias. La frase en cuestión no es otra que la
conocida, “Pues tanto no hemos comido” (¡los cojones!).
Los
desayunos eran generosos y el intervalo con el almuerzo se difuminaba en el
tiempo a base de picoteo y cervezas tempraneras antes de entrar de lleno con el
vino. Con el otro intervalo, el que iba de merienda a cena, sucedía tres
cuartos de lo mismo. Con lo que realmente la frase de, “Pues tanto no hemos
comido” se puede dar por buena, ya que solo comíamos una sola vez al día. Eso
sí, empezábamos a las nueve de la mañana y terminábamos a las once o doce de la
noche.
El
menú fue muy variado y sobre todo basado en la dieta mediterránea. Jamón para
desayunar, merendar, tapear, o cenar. Con el queso, más de lo mismo. Salchichón
y morcilla del malatacao para la cata
dirigida acompañando al amontillado. Tiritas de bacalao, para el tapeo y las
migas. Chorizo, para las migas. Naranja para las migas, Huevos fritos para las
migas. Anchoas con tomate para el Oloroso. Paté para el Cream, Presa ibérica
para la cena del sábado y el tapeo del domingo a mediodía. Panceta para las
migas. Cigalas para el arroz con verduras y pollo del domingo.
Ahh
y ensalada y fruta y leche. La repostería también funcionó a tope, con unas sopaipas riquísimas
con chocolate que se marcó Mar. Ubicar el horario donde nos jalamos las sopaipas es complicado.
Podríamos decir que mientras parte del grupo con la noche encima degustaba las
sopaipas con chocolate, otro grupete
apostaba por la presa ibérica y el tinto. Incluso hubo algún valiente que se
atrevió con ambos manjares en un minúsculo intervalo de tiempo. Y claro como
los estómagos estaban fatigados de las migas con… del mediodía, y todo lo que
arrastraban de la noche anterior y del desayuno, pues lo reflujos gástricos
hacían mezclar en ardientes bocanadas el chorizo con el chocolate. Toda una
orgía de sabores.
Lógicamente
comer y no beber, no entran en los cánones tradicionales de nuestra cultura, y
a excepción de Inmaculada y sus cosillas, Carmela y su bombo, y los niños de
Pilar (Pepe hijo, y Victoria) el resto del grupo compaginó a la perfección los
manjares de la dieta mediterránea y el vino de la tierra, y la cerveza
fresquita, y el tinto, y los digestivos zagrilleros para aliviar los almuerzos,
y los zagrillassos para cerrar las jornadas al calor de la lumbre y con buena
charlita, y… (bueno, con palmeritas de chocolate)
Los melones entreteniéndose mientras las migas se van haciendo. |
Y
si comer y beber van de la mano. Comer, beber y dormir, ni os cuento. No todo
el personal durmió siesta, pero el que terminaba entrando por el aro, lo hacía
con alegría en el sueño, con satisfacción, con ese sueño, que tras dar una
cabezada y despertarse antes de volver a coger el sueño bueno otra vez, se
relame de gusto en su propio placer. De estas algunas cayeron, Comenzando por la
pequeña Victoria, que en el trayecto de ida de Montilla a Zagrilla Baja cayó, y
que continuó en el sofá de la casa, hasta que de forma puteante la despertó su hermano. Y es que el joven Pepe Hijo, no
había hecho mas que comenzar a dar por culito, ya que a lo largo de la noche
del viernes y durante gran parte del sábado y domingo se cebo con algunos a
base de tiros con las pistolita de balas de esponja con la que apareció en la
casa. (AELITO)(PADRE).
Buena,
también de relamerse, fue la que yo
mismo me pegué el mismo viernes por la tarde como ya he comentado. Algo
mas cortita fue la que me pegué el sábado por la tarde tras la ingesta de migas
con… Realmente esta la podemos calificar de cabessilla,
ya que rectifiqué rápidamente y me uní al grupo de paseantes que salimos a
trapichear por el campo, minutos después. Cosa que no pudo hacer Matias, que a
las migas ya llegó tocado y que no aguantó el frenesí de comida y bebida, y que
cometiendo el error de situarse cerca de la chimenea con el estomago lleno, y jartico claudico a su suerte. Más que
una buena siesta, relamiéndose de gusto, podríamos calificarla como la gran
siesta del finde. La madre de las
siestas. Eso dio lugar a todo tipo de comentarios y bromas, por parte de los
mayores, convirtiéndose en la diana de Pepe Hijo, que a lo largo de la siesta
pudo realizar en torno a cien cincuenta tiros a quemarropa al probre Matias.
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Venditas siestas |
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Como
digo, hubo quién eludió la siesta, ya que consideran que es perder el tiempo.
Tiempo que se puede utilizar, por ejemplo, en coger un tajo charla bueno. Y así
sucedió. Convirtiendo la cocina en un mentidero de corral de comedias del siglo
de oro. El café echaba humo y las lenguas jervian.
Y es que un ratico charla alimenta a
veces más que una siesta. Por eso yo aunque no tomo café también me pegué mi ratico en la cocina.
Pero
cuando verdaderamente disfrutábamos de charlita buena era tras las cenas. Mejor
dicho tras llevar todo el día comiendo y bebiendo y nos relajábamos al amparo
de la chimenea hasta altas horas de la noche. Y cuando digo relajábamos los
digo por todos, eso si unos mas que otros, ya que Pilar, lo intentaba de
aquella manera, a partir de las nueve o diez de la noche, poniendo empeño en
mantenerse en las conversaciones, con los ojos cerrados y dando cabezadas
continuas. (AELITO)(MADRE)
En
ese momento y con Pepe Hijo acostado tras jornadas de artillería pesada y la pequeña
Victoria también en sus aposentos, tras días de trajín y disputas con su hermano por los dibujitos animados en la tablet y la tele y por su puesto tras sus ratitos de malafollá, comenzaban las historias de unos y otros, las
controversias, las risas, los latigazo de zagrillassos, o mis salidas a fumar
acompañado por Pepe Padre y Matias, para contemplar el cielo, sentir el aire y
la lluvia o simplemente disfrutar del
entorno y sentirnos unos privilegiados.
Actividades Lúdicas.
Teniendo
en cuenta que el tiempo no nos dio mucha tregua, y que tuvimos agua, ventisca,
y que incluso La Tiñosa
amaneció nevada el sábado, hay que decir que las excursiones-travesias ocuparon
también su espacio en la escapada del fin de semana.
Concretamente
dos oficiales y alguna que otra extraoficial.
La
primera tuvo lugar el Sábado por la mañana, con el grupo integro. En poco mas
de media hora, los diez magníficos descendimos de nuestro cerro, atravesamos
Zagrilla Baja por su parte inferior, continuamos dirección Zagrilla Alta,
caminando por las afueras de Zagrilla Baja y llegamos hasta el Centro Museo
Micológico. En el trayecto Pepe Hijo, hizo migas con un bonito perro lanudo que
nos acompañó hasta la misma entrada del Jardín Micológico La Trufa. Una vez dentro y con la
ayuda de Pepe Padre, disfrutamos y conocimos un poquito más del misterioso y
encantador mundo de las setas, los champiñones y todas esos regalitos de la
naturaleza.
La
segunda excursión tuvo lugar el Domingo por la mañana, y en esta ocasión no
todo el grupo acudió, y fue una pena para los que no la perdimos, ya que los
intrépidos excursionistas que se envalentonaron en caminar con un clima
desagradable, se llevaron la grata recompensa de visitar los lavaderos del
pueblo, donde aun hoy muchas mujeres acuden a lavar la ropa como solía hacerse
siglos atrás, así como el nacimiento del Rio Zagrilla.
Y
alguna que otro paseito calló, como
el del Sábado por la tarde, con el fin de efalagar
las migas… Paseo agradable entre olivos, membrillos y con el Rio Zagrilla de
protagonista, aunque para protagonismo el de los Pepes (padre e hijo) que a lo
largo del recorrido dieron un recital de buen rollo y detalles graciosos. Como
por ejemplo el del detector de niños guapos (una segunda rama de membrillo doblada, la primera se la partió su padre de cuajo tras una pequeña reyerta familiar) que pitaba cada vez que Pepe Hijo
se lo colocaba delante de la cara.
Las Molly Malone y los Melones. |
Tampoco
faltaron los intentos de clases astronómicas, con telescopio incluido, pero en
vistas de que las nubes no dejaban un resquicio para poder mirar, optamos por
entretenernos en mirar el horizonte a plena luz del día.
Despedida y cierre.
Domingo
seis y media, abandonamos la casa, con todo recogido y tras entregarle la llave
a Fernando. La pequeña Victoria una vez en el coche montada, le decía a su
madre tranquilamente. “Mama yo quiero irme a la casa”. Dicen que los niños, los
borrachos y los locos siempre dicen la verdad. Sin duda esa expresión de la
pequeña Victoria (AELITO, MADRE, PADRE, PADRE) recoge las buenas sensaciones
con los que todos volvíamos de nuestro ingreso en la Casa de La Higuera , en un lugar
idílico, rodeado de naturaleza, disfrutando de las maravillas de nuestra
tierra, a escasos kilómetros de nuestras casas.
Sin
duda era un nuevo reto para Las Molly Malone y sus acompañantes. Carmen volvía
tras la triste retirada del año pasado, los niños se sumaban al grupo y la
experiencia era novedosa para el grupo al completo.
Creo
que nuevamente hemos superado el reto, y que el mes de febrero empieza a
tenerse en cuenta para las Malone y los Melones.
En
fin que la cosa ha ido bién y que empieza a haber ganas de repetir.
Y
ya sabéis ¡Viva la goma! (AELITO)
Datos:
Casa de La Higuera. Zagrilla Baja.
Contacto. Fernanco. 696 662 788.
www.casahiguera.com
Otras fotillos
Camino al jardín micológico junto al perrito lanudo |
Nacimiento Rio Zagrilla |
Lavaderos |
Vistas de Zagrilla Baja desde la Casa |
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Agua biene |
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Pá las migas |