A LA QUINTA NO
VA LA VENCIDA.
Viaje a Ámsterdam, Zaans Schans y Delft
Finales de Febrero 2016.
Dice una frase muy manida que las cosas se presentan cuando
uno menos espera. Y quizás por esa frase tan manida, como digo, pero real a mas
no poder, y sin esperarlo me vi no hace muchas fechas en Ámsterdam.
Como ya sabéis mi chica, tiene una amiga, que tiene unas
amigas, que tras el primer viaje de amigas a Dublín, se autoproclamaron como
las Molly Malone. Bueno pues ahora las Molly Malone han dado un pasito más y
han querido dejar de ser un grupo de chicas locas que viajan por Europa, para
incorporar a los chicos a los viajes. Y así, estando tranquilamente fumándome
un cigarrito junto a Pepe y Matías, en el patio de la casa de este último, las
chicas ya habían tomado la decisión de cual sería el segundo destino del grupo
en su corta e intensa historia.
A mi personalmente me tocaron donde más me duele, en forma
de invitación para hacer de cicerón por las tierras del norte. Un poco
sorprendido dí mi consentimiento y a partir de ese momento comencé a recopilar
mapas, planos, apuntes, ojeadas por el Google Maps, a consultar guías… Y todo
ello, en el sofá con la mesa pequeña a mis pies, llena de documentación y
soñando entre despierto y medio durmiendo a altas horas de a noche. Más de una
noche me quedé durmiendo entre canales, jardines o bicicletas.
Las caras y frases que exclamaban mis conocidos a enterarse
de mi quinto viaje a la ciudad de los canales, no cabría en estos textos, pero
sin duda os las podéis imaginar. Algunos incluso me tachan de ser algo cansino,
pero sin duda la mas castigada en esos días previos al viaje, fue mi Carmela,
que tuvo que aguantarme cada vez que me daba el subidón preparando el viaje, y
le narraba las rutas o visitas que tenía en mi cabeza. Eso sí, también sabía
que tanto aguante tendría sus beneficios.
OLE Y OLE HOLANDA, HOLANDA YA SE VE.
Y tirando de refranero, y de esa frase que viene a decir que
“hambre que espera altura, no es hambre”, pues llegó el 25 de febrero, jueves por cierto, y a eso de
las tres y algo de la tarde la expedición de las Molley Malone, partían para la
capital de la Costa del Sol, donde a las siete y media tomaríamos el vuelo para
Ámsterdam. Con los nervios y todas esas cosas, Matías sabedor de que el cristal
delantero de su bólido daba problemas, olvidó tal detalle y al bajar este, para
preguntar, la ventanilla ya no volvió a
subir del todo. Un pequeño y mínimo incidente que creó las primeras dudas de la
expedición.
Pero nada que ver con el viajecito. Desperdigados caímos en
los asientos del avión, yo concretamente junto a Inmaculada, al final del mismo
y con un asiento vacío que nos separaba. Pero la traca gorda estaba justamente
detrás de nosotros. Y para ser más exactos, detrás de mi. Una señora, por
llamarla educadamente, con una borrachera como un piano, no paró de darme por
culito en todo el vuelo, mientras que la pija de pelo canoso, que supuestamente
era su pareja, no dejaba de reprocharle su comportamiento tan chavacanero. Eso si,
entre tanto lo mismo se comían los morros que se abofeteaban a palo limpio. Las
dos pijas pues, vinieron a aumentar mi leyenda negra en mis trayectos en avión. Pero no fue el único
percance del vuelo, un retraso de más de media hora y el titubeo para tomar el
tren correcto en Schiphol, hizo que se me tambaleara el Plan A, para llegar
hasta nuestro hotel. Incluso una vez con el tren en marcha y nosotros ya dentro
tuve que ir controlando horarios y barajando las opciones para no tener más
imprevistos. El grupo andaba cansado pero tranquilo a la vez, sabedores de mi
experiencia por esas tierras.
Al final, tomé la opción menos arriesgada, llegar directos
hasta la Station Central.
Sería mas larga la ruta hasta el hotel, pero nos asegurábamos llegar a un sitio
transitado a altas horas de la noche. Una vez a los pies de la Station Central y en plena
plaza de Statiónplein, con el Hotel Ibis a un lado y junto al espectacular
aparcamiento de bicicletas, otra vez mi titubeo hizo que perdiéramos el último
enlace hasta Overtoom. El grupo animado por estar ya en tierra se vio con
fuerzas para ir hasta el hotel a pie, y yo no desaproveché al ocasión para
atravesar el centro de Ámsterdam pasadas la una de la mañana. Solo Pilar
preocupaba, a esas alturas su cabeza ya la castigaba en exceso, pero su apuesta
de ir a Ámsterdam y embarcarnos a todos, le hacia tragar mecha.
Y claro, el centro de noche, con un cielo oscuro y plomizo
que amenazaba al menos agua, con sus edificios señoriales iluminados por el
amarillento de las farolas y las luces. A nuestro paso, la Basíliek van Sant
Nicholas a lo lejos, y en plena calle Damrak el Beurs Van Berlage, o bolsa de
valores, un poco mas adelante la Plaza Dam ,
centro neurálgico de la ciudad, y que presume de tener cerquita el Koninklijk
Paleis, o Palacio Real. La
Nieuwekerk , o Iglesia Nueva o el Museo de Cera Madame
Tussauds, y por supuesto en el centro de la plaza el Nationaal Monument, o
monumento a la libertad en memoria de los caídos en la Segunda Guerra Mundial.
En ese punto la calle deja de llamarse Damrak para tomar el nombre de Rokin, y
por ella llegamos hasta el Mercado de las Flores con la Muttoren , o torre de
defensa de la ciudad, observándonos a nuestro paso. El chirriar de las ruedas
de las maletas se mezclaban con algún timbre de bici o con algún tufo de olor a
yerba, mientras que el frío mostraba sus armas como carta de presentación.
Antes de entrar en Leidseplein compramos provisiones de agua, en plena Curva de
Oro, aunque la noche me hizo no reconocerla. Y una vez en la plaza, Pilar, ya
bastante tocada hizo oposiciones para cambiarle el nombre a la plaza y bautizarla para las Molley Malone como Potanplein. Un último esfuerzo nos llevó hasta el
Hotel City Garden.
Yo personalmente flipé con el recorrido, nunca había
atravesado una de las arterías de la ciudad tan tarde en la noche, el puro
Centrum, con ese ambiente gélido y precioso a la vez, con los canales
reflejando la ciudad y con tanta y buena compañía.
Las Molley Malone ya habían tomado Ámsterdam.
CENTRUM
Y hablando del centro o Centrum como lo llaman ellos, decir
que es visita obligada en mis viajes a la ciudad. Ubicado junto al Jordaan, y
con las atracción del Barrio Rojo, al que entramos otra vez con la noche encima
por Zeedijk, tocando la
Scheierstoren o torre de las lloronas, luego pasando por el
Café Molley Malone donde las chicas fliparon. Seguimos la Zeedikj apreciando todo el
colorido del barrio chino con el Templo Budista antes de llegar a de Waag,
donde empezó todo. Este edificio que ahora alberga un restaurante en plena
plaza Nieuwmark, era el dique principal
desde donde nació la ciudad. Un par de pasadas por pleno Barrio Rojo fueron
suficientes para percibir la zona de vicio de la ciudad y una de las más
importantes de Europa donde el sexo y la droga se mezclan con el gentío, con
las luces de neón que brotan de los escaparates, con los sexshop o los coffeshop. Y por supuesto
con la Oudekerk
reinando en pleno centro de ese trajín, donde el autor anónimo quiso rendir
reconocimiento a las prostitutas del lugar colocando en plena entrada de la
iglesia, y a ras de suelo la mano y la
teta.
El Centrum como tantos centros de otras ciudades es uno de
los pulmones turísticos y económicos de la ciudad, donde el desfile de
personajes y turistas dotan de vida las veinticuatro horas del día a una zona
por la que me manejo bien.
Como digo el Centrum y el Jordaan están condenados a
entenderse, como buenos vecinos, aunque una zona y otra son bastante
diferentes. El Jordaan se ha convertido también en otro punto obligado de
visita. Su creación responde a la necesidad de ampliar la ciudad hacía el este,
y presume de contar entre otras delicias con los cuatro canales principales.
Precisamente por uno de ellos paseamos, saliendo desde Leidseplein, perdón Potanplein,
para subir hacia el norte por el Prinsengracht, donde repasamos un poco de
historia y nos deleitamos con el leñadorcito, luego en nuestro paseo pudimos
apreciar la arquitectura de la zona, el Houseboat, o casa museo flotante el
Westerker donde nos deleitamos con su interior, o con su órgano, y sobre todo
con su torre que parece tocar el cielo.
El Jordaan guarda muchas mas joyas, como la casa de Anna
Frank a la que por enésima vez fue imposible entrar. A cambio llegamos hasta el
Torensluis, el puente más antiguo que fue torre y prisión y que curiosamente es
el punto más alto de Ámsterdam sobre el nivel del mal, con nada más y nada
menos que un metro y ochenta centímetros. Y todo ello con el canal Singel
observando. También paseamos y entramos en el Museo del Tulipan o llegamos
hasta el Hommonument, el monumento en la orilla del Singel que recuerda a los
homosexuales perseguidos y asesinados en la ciudad. Mas arriba ya al norte una de las exclusas
más importantes junto a un chiringuito de pescado callejero donde mojamos, con
la casa mas estrecha a lo lejos, y a pocos metros del Het Papeneiland uno de
los cafés marrones más antiguos de Ámsterdam. En su segunda planta tomamos unas
cervezas, no en vano estábamos en la zona conocida como la de los cerveceros,
ya que en este punto se fundaron las primeras fabricas de cerveza de la ciudad.
También pudimos fumar antes de rondar la Noorderkerk y volver sobre nuestros pasos para
salir del barrio. Eso si, a ritmo de para y arranca ya que las chicas flipaban
con los escaparates, que han hecho de estas calles y canales una de las zonas comerciales
más alternativas de Ámsterdam.
Como digo el Jordaan mola, y a base de ir por allí también
he conseguido manejarme bien por la zona. Podemos decir que en el Jordaan me
siento cómodo.
Pero donde verdaderamente disfruto cada vez más es en mis
pasadas por la Avenida Overtoom.
Nuevamente he tenido cerca de la avenida el alojamiento. Un Hotel que no
conocía en una calle que tampoco conocía. El Hotel City Garden en la calle
Pieter Conelisz Hoofstraat. Una calle que resultó ser de las mas lujosas en sus
comercios, sobre todo tiendas de ropa de primerísimas marcas internacionales. Junto a Overtoom encontramos el Voldelpark, el
parque mas grande de la ciudad con cerca de medio millón de metros cuadrados y
que recibe mas de diez millones de visitantes al año, y en el que destaca a su
entrada la Voldelkerk ,
una antigua iglesia protestante que ahora recibe actividades sociales de todo
tipo. Ya en plena avenida se encuentra la librería de viajes Pied á Terre, la
central de Europcar y un sinfín de comercios de todo tipo. Al otro lado de la
avenida contraria al parque y callejeando un par de minutos se encuentra el
canal Jacob Van Lennepkade donde transcurre parte de la vida de Dorian.
Además la avenida se encuentra a pocos metros de Leidseplein
y a pocos minutos de Museumplein y del barrio de De Pijp. Como digo en esta
ocasión he avanzado mi recorrido por Nieuw-West o nuevo oeste y he tenido el
privilegio de amanecer con el parque y la iglesia a mi vista sin apenas
levantarme de la cana, toda una pasada.
Pero para pasada, los acontecimientos vividos en la noche
del domingo con la avenida como testigo. Os cuento.
Domingo noche, llegamos al hotel tocados tras la visita a
Zaanse Schans, y con anterioridad al Rijkmuseum. El frio acumulado en el cuerpo
ya estaba haciendo efecto. Al bajón de Pilar la primera noche, había seguido
unas leves quemaduras en mis rodillas y pantorrillas, las quemaduras en los
labios de Pepe o en el cuello de Matias. También Carmen ya había pagado la
factura del clima invernal de estas tierras, y Mar, aunque aún no lo sabía,
estaba ya condenada también, con lo cual solo Inmaculada se mantenía entera.
Eso sí, algo alterada por lo rifirrafes que iba acumulando a lo largo del
viaje. Recuerdo el atranque en la caja del Supermarqt, donde montó el show por
no dejarla pagar en efectivo. Luego también atrancó en el guardarropa del
Rikjmuseum, donde defendió a capa y espada mantener su mochila colgada a sus espaldas en su recorrido por el museo. Luego remató la faena en el Hema, el
super donde almorzamos antes de partir para el pueblecito de los molinos. Allí
también arremetió contra la dependienta de la cafetería, que osó cogerle el bocata con las manos. Así pues,
digamos que ese era el parte de guerra de las Molley Malone y sus acompañantes.
Tras zumbar de Zaanse Schans, llegar Ámsterdam y pinchar los
bólidos a la primera en la misma puerta del hotel, (siempre que aparco a la
primera esta Carmen cerca), nos dispusimos a dar la última noche en Ámsterdam.
Desechamos trapichear por el centro y nos aferramos al De Balie que tan bien
había funcionado las dos tardes anteriores. Pero una Inmaculada rebelde dejó
caer con voz pausada un mensaje que a pocos alertó. “Otra vez vamos a ir ahí,
vamos a cambiar que eso ya esta muy visto”. Yo siempre atento a Inmaculada cogí
el mensaje al vuelo, y animé a la expedición a trapichear por Overtoom. Pero
nuestras ganas de cerveza y sobre todo de protegernos del frio, nos hizo afinar
la vista y cruzar la avenida al reclamo de un luminoso de Amstel. La
avanzadilla de los chicos nos plantamos en el ventanal del café y pudimos
divisar en el interior una gran mesa rectangular de madera (dato que ratificó Matias). A la llegada de las chicas segundos después, decidimos entrar en el
café para asaltar la magnifica mesa de madera (según Matias), que mirando por
lo alto de las gafas radiografió el local mientras que el resto de la cuadrilla
andaba titubeante hacia la mesa. Pilar se detuvo a medio camino para sobar un
gato de color claro de campaba a sus anchas por el café.
Era como si el destino tuviese reservada esa mesa para
nosotros. La primera cerveza cayó al paso, bajo una lámpara con mucha
mierda (dato que pasó desapercibido para los chicos) y con Inmaculada unida al grupo
cervecero. La segunda tuvo ritmos diferentes, hubo quién le dio continuidad
galopante a la primera y quien decidió tomarse la cosa con mas reposo. En la
tercera entraron las dudas, ya que Inmaculada demandaba unas avellanitas y el
personal dudaba entre pedir algo de comer y comer en otro lugar. A esas alturas
el gato ya había desfilado delante de nosotros y ya se encontraba en su canasta
descansando. El razonamiento por el que la lámpara no se podía limpiar ya que
se podía romper también había levantado debate, y yo, que percibía que aquello
iba para largo, empecé a escribir dedicatorias en el dorso de los posa vasos.
Mis suposiciones se iban haciendo realidad cuando aparecieron en la mesa unas
albóndigas. Estábamos a gusto, y yo mas. Estábamos en un café marrón, en
Overtoon una de las arterias principales de Ámsterdam, bebiendo cerveza como
cabrones y rodeado de buena charla y mejor gente.
Las rondas seguían llegando y el personal desinhibido comenzó
a contar historias. Que si el servicio era demasiado pequeño para Pilar cuando
entraba a echar una meadilla… que si otro que había reducido a Hull a base de
ostias… que si a otro le habían metido un canuto por el culo… Que si Mar abraza
a Carmen y se besan.
Reflexión, exposición de un tema:
Yo le regalo a Mar un posa vasos dedicado, que le gusta tanto
que abraza y besa Carmen.
Reflexión: A estas alturas llevábamos cerca de litro de
cerveza por cabeza.
Risas, carcajadas, textos en posa vasos, dibujitos en
posa vasos y sobre todo cervezas y albóndigas, muchas albóndigas, albondigas de diferentes
sabores y colores. Y mientras todo aquello sucedía Inmaculada iba barruntando
en su interior algo maravilloso. Tras dejar mas de cien euros en el Café Helmers y cruzar Overtoom entramos en un
Domino´s Pizza.
Hasta qui todo normal, sábado noche en Ámsterdam y un grupo
de españoles que entran a comer pizza.
Pero Inmaculada sintió que aquella pizzería italiana era el Teatro de los Sueños de Shakespeare y cobro vida en una de sus obras míticas.
Las mujeres de Shakespeare. Inmaculada liberada de la prisión que suponía el
zulo de la habitación del hotel, y la persecución que estaba sufriendo a lo largo
de los días, comenzó su transformación. Y sin ningún tipo de complejos, gritó,
amenazó, retó con la mirada, incluso montó a caballo. En este punto tuvo que
parar la representación, ya que Pilar y Carmen, el caballo en si, no eran capaces
de aguantar el ritmo frenético de Inmaculada que acabó un par de minutos
después, rindiendo a sus pies con continuados aplausos tanto a nosotros, sus
compañeros de viaje, como a los jóvenes empelados del local que con cara de
incrédulos se unieron a la ovación.
Era de esas noches que uno no quiere que toquen fin, y por
ello en un improvisado botellón en el hall del hotel, continuamos con las risas
a las que se unieron el Solanillo, el Ambrosio, hijo de Miguel el Ciego o el
Americano entre otros. Además de vivir dos momentos míticos, como cuando Pepe
confesó que una simple meadilla suya, había
desencadenado una pelea entre un colega y un cani. O ver a Inmaculada en una foto (como nó) posando de azul sobre una alfombra
roja, como toda una diva. Incluso el recepcionista del hotel nos tuvo que
hacer callar en una ocasión.
Por cierto, un hotel al que entramos buscando cucarachas
e incluso ratas y del que salimos contentos, sobre todo Matias, que flipaba
cuando le devolvieron cuatrocientos eurazos.
Entenderéis ahora como Overtoom ha pasado a ser uno de mis
sitios preferidos de la ciudad.
Y de Overtoom a De Pijp, este barrio ha sido un descubrimiento
reciente, pero satisfactorio. En un principio estaba en el Plan B, pero las
apetencias de Matias y Pepe (vaya dos, nervio y reposo) de visitar el Heineken
Experience nos hizo llegar hasta el barrio. Entramos desde el hotel por
Museumplein y cruzamos hasta entrar en el mismo barrio y buscar el Heineken Experience. Una
vez los chicos colocados, decidí volver al mercado de Albert Cuyper, pero en
esta ocasión acompañado de las Molley Malone, Anduvimos el mercado casi en su
kilómetro y algo cansados y con frío decidimos entrar en el Café Koffiehuis
para tomarnos un chocolate caliente, y para que las chicas se invitasen a mear
unas a otras.
No pudimos entrar algo mas en el barrio, para visitar el
Banco Central de Holanda, los edificios de porción de tarta o el Sarphatipark, pero
a cambio pasamos por Marie Heinekenplein, una plaza semicircular que no conocía.
Y pudimos disfrutar, eso si con frio, del palpitar de la ciudad en la tarde
noche de un viernes. Lo hicimos mientras esperábamos a Pepe y Matias a la
salida del Heineken Experience, aquellos veinte minutos largos fueron una
exposición al frio, que en algunos pasó factura. Pero fue una pasada ver desde
aquella esquina el desfile de personas en bicicleta que se agolpaban en el semáforo
para luego salir como una bandada de pajaros en el cielo. Delante de nosotros
desfilaron personas mayores, jóvenes hablando por el móbil o mandando WhatsApp.
Pequeños protegidos por sus padres, diferentes vestimentas o peinados, y todos
ellos pedaleando sobre bicicletas de todas las medidas y modelos. Parejas de
enamorados pedaleando como digo y hablando a la vez. Un verdadero arte, dar
normalidad a ese gélido clima del norte en invierno sobre una bicicleta.
En esta ocasión mis pasos por De Pijp (la pipa) han sido cortos pero he
descubierto cositas nuevas como la plaza o el café.
LINNAEUSSTRAAT y MIDDENWEG
Estas dos avenidas son la columna vertebral de Oost, o barrio
este de Ámsterdam. También andaba en el Plan B, pero decidí llegar hasta allí,
para comer algo tras salir del Rijkmuseum y poner rumbo a Zaanse Schans. Siendo
avenidas amplias y ya alejadas del centro mis sospechas de poder aparcar o
comer sin muchos problemas se confirmaron. Y justamente en el punto que separan
ambas avenidas y tras aparcar casi a la primera en el canal Ringvart, entramos
en el super Hema para comer algo en la cafetería. El destino me había llevado sin
esperarlo a la vieja fabrica donde se encuentra el gimnasio Sport World Ámsterdam.
Luego ya en el coche y atravesando Middenweg pasamos junto al Frankendael Park.
La ubicación del final de la avenida cerca de la autopista que circunvalación de Ámsterdam nos ayudó a dejar el Oost sin
problemas.
Al otro extremo y al comienzo de Linnaeusstraat se encuentra
el Oosterpark y la entrada a los canales de Entrepot-dok con sus almacenes
rehabilitados en viviendas, pero eso queda para otra.
Como digo también me manejo mas o menos bien por el Oost,
siendo este un recurso algo segundón pero que casi siempre da buenos
resultados. Pudiendo disfrutar de parques, avenidas amplias y largas y su buena ubicación
. Y sobre todo de una arquitectura que es bastante diferente al Jordaan o el
Centrum.
Seguro que a Pilar no se le olvidara esta plaza, ya
bautizada oficialmente para las Molley Malone como Potanplein. Ni tampoco a
Pilar y al grupo el leñadorcito al que tanto cariño le cogimos. Pero Potanplein
es mucho más, es un punto neurálgico de la ciudad, que guarda edificios
señoriales e històricos como el Hotel Ámsterdam America, el Holland Casino, o los teatros Bellevue o DeLaMar. También es confluencias
de líneas de tranvías, rodeada de cafés, restaurantes, pub y establecimientos
de comida rápida. Y todo ello con el señorío y la pena de otro edificio
insignia, el Stadsschouwburg, el teatro que vivió de forma real uno de los capítulos
mas tristes de la historia de la humanidad que en Ámsterdam se cebo de forma
intensa. Este edificio sirvió como punto para reclutar y deportar a los judíos
de la ciudad bajo el régimen nazi.
Pero sin duda el punto de Potanplein que mas me gusta tiene
nombre y apellidos, Café DeBalie. Otro teatro, ahora reconvertido en sala de exposiciones,
conferencias y cine. Y donde en su restaurante cafetería tomamos unas
cervecitas al amparo de una bonita decoración, descansando y asimilando todas
las experiencias acumuladas en nuestro viaje, en un magnifico sofá, mientras
que un gato negro paseaba tranquilamente junto a nosotros.
Y es que en Leidseplein todo se mezcla, juventud, con
bicicletas, tranvías que vienen y van, arquitectura y vegetación, y las
cervezas del DeBalie. Quien sabe, quizás el escultor anónimo del leñadorcito dio forma a su obra sentado en el sofá del DeBalie, mientras acariciaba al gato
negro y disfrutaba de una cerveza…
El leñadorcito en Leidseplein. |
Otra plaza, o mas bien placita que coge cerca de
Leidseplein. Entre una y otra los cuatro canales que forman el anillo de estos.
Pero Spui es otra cosa, es una placita tranquila que alberga la Oude Lutherse Kerk, o vieja
iglesia luterana, donde en su plaza las temporadas estivales los pintores y libreros de
segunda mano convierten el recinto en uno de los puntos bohemios de la ciudad.
Nosotros tuvimos que conformarnos con visitar otra de las joyas de Spui, el
Begijnhof. Digamos que es un oasis de
paz y belleza entre tanto canal y bicicleta. Guarda con recelo la capilla, o la English Church , iglesia inglesa. También una de las dos casas
de madera que siguen en pie tras el incendio que arrasó la ciudad. Pero sobre
todo lo que más emociona es lo que transmite el recinto de jardines bien
cuidados, con sus casitas rodeándolos y donde la vida cobra una normalidad
deseada, con niños pequeños saludando a los visitantes, por ejemplo.
Del Begijnhof salimos por su parte trasera que engancha con
Rokin y que despide al visitantes con un ramillete de casas totalmente
inclinadas.
Spui es la puerta de entrada al Centrum y por ello también
tiene cerca el Bloemenmarkt o Mercado de las Flores, con la atenta mirada de la Munttoren , antigua
fabrica de la moneda de la ciudad.
En el Mercado de las Flores nuevamente nos expusimos de
forma arriesgada al frio, en nuestro lento transitar entre puesto y puesto regalamos
demasiadas calorías a la par que rebuscábamos entre flores, bulbos y semillas.
Ese mismo frío fue el que nos aceleró para tomar algo caliente,
y como Spui esta cerca del Mercado de las Flores y este de la Curva de Oro, pues todo
es un paseo. En plena Curva de Oro a los pies de las grandes mansiones de
los mercaderes del Siglo de Oro Holandés, nosotros recuperamos calorías con
chocolatito y nata en el Restaurant
P.King en la confluencia del canal Herengracht con la calle Vijzelstraat. Y
donde una Inmaculada muy creadora invento la remeada.
Cerquita de Spui y todo lo mentado también se encuentra el
Plaza Magna, que como tributo a estar en el centro tiene que mirar a las
espaldas del Palacio Real, la Plaza Dam
o la Iglesia Nueva.
Pero el Plaza Magna tiene un punto especial entre tanto palacio y tanta
iglesia. Fátima, la maricona, lo dijo el, afgana que disparó el punto de
carcajadas y de risas del grupo. Nosotros a esas alturas estábamos en el hotel
intentando recuperar a Carmen que ya había caído también.
REMBRANDTPLEIN Y
WATERLLOPLEIN
Y como estamos de placitas, pues ahora tiramos para el Oeste
y paramos en Rembrandtplein. Estamos entrando en la zona gay, y las banderas
arco iris se dejan ver. Pero la atención de la plaza se la lleva la ronda de
noche, o de día, que a pie de suelo recibe al visitante invintándole a
mezclarse entre la tropa.
Y mirando atrás dejamos a la tropa, para cambiar la mirada y
enfilar Waterlooplein por el Blauwbrug. El puente parisino que brinda unas
vistas preciosas del Amstel entrando al Centrum. Mirando al sur, las tranquilas aguas del río reflejan el Hermitage, el Teatro Carre o
el Hotel Intercontinental. Y por supuesto el MagereBrug o puente de los
enamorados, Uno de los puentes mas bonitos y famosos de la cuidad.
Cambiando la mirada y mirando al norte nos encontramos con
el Stopera. Es decir el Ayuntamiento y el edificio Nacional de la Opera y Ballet, todo en uno.
Y a espaldas del Stopera, la zona mas viva de la plaza, y es que estamos en
pleno barrio judío. Con el Museo Histórico Judío, el mercado callejero de
Waterlooplein, la Casa Museo de Rembrandt, o la casita de dos plantas del 1695 a los pies del canal, a la que nos costó entrar y que tras compartir unas cervezas y pataticas
también nos costó salir. Antes de hacerlo disfrutamos desde la parte posterior
de la casita, de las vistas del canal
Oudeschans con la
Montelbaanstoren al fondo. También trapicheamos por el puente
levadizo sobre el canal Herengracht,
donde mi Carmela se transformó en león con su gorro de pelo.
Por la zona de la plaza tuvimos que comer, cometiendo el
error de hacerlo en plena calle, volviéndonos a exponer nuevamente al frio.
Hubo que tirar otra vez del plan B, ya que mi programación se vio alterada al
llegar a la plaza y ver como en parte estaba tomada por la policía que se
desplegaba para sostener una manifestación por el rollo islámico.
Y eso nos hizo salir de Waterlooplein rodeando el centro y apareciendo
en la Station Central
por la zona del Nemo, el Museo de la Ciencia con forma de barco, que llamo la
atención del grupo. El ritmo que metimos fue algo elevado ya que teníamos que
enlazar para llegar con hora al Museo de los Diamantes, pero la traca tuvo su
recompensa. Que no fue otra que pasar
por la impresionante fachada del Scheepvaarthuis, o Casa de las Compañias
Maritimas, al parecer su forma de proa fue el resultado de la primera
construcción de la escuela de Ámsterdam. Ahora alberga el hotel de lujo Grand
Hotel Amrath Ámsterdam de cinco estrellas.
Y para rematar por las plazas que han caído en esta ocasión,
hay que saltar a otro clásico, Museumplein. Hasta ella llegamos en dos tacadas,
la primera para visitar y dar gusto a Pilar en la casa Diamant Museum. Pero me
dio, que al igual que al grupo no le convenció mucho, eso si pudimos tener un
primer contacto con la plaza y ver la increíble fachada del Rijkmuseum.
En nuestro segundo asalto a la plaza entramos por el Stedelijk Museum, o Museo de Arte Contemporáneo,
a un lado quedaba el Van Gogh Museum y
ya en plena plaza el estanque con restos de nieve y el logo con las letras
gigantes que tanto juego dan. Y por supuesto el
Rijkmuseum obra de arte del mismo
arquitecto que la Station Central.
En el templo de los grandes maestros flamencos disfrutamos
con las explicaciones de Mar que me hizo ver un museo totalmente diferente y
sobre todo sentirlo. Y descubrir vaginas gigantes o niños y gatos borrachos como
perras. Y es que en Ámsterdam los gatos son muy respetados, tanto como las vaginas
o los borrachos.
LUGARES DE ENSUEÑO.
Una costumbre que trato de compartir en mis viajes por Ámsterdam, son las salidas de la capital. En esta ocasión ha habido de todo,
recordar sobre el terreno y conocer lugares nuevos. El pueblecito de los
molinos nos gusto, pero fue otra dura exposición al frío, tanto como pasar por
el puente sobre el Rio Zaan un par de veces. Entre molinos puentes y canales,
nos negaron como a Jesucristo dos veces, la una por una holandesa mal folla,
perdón, que incluso nos gritó cuando Matias y Pepe intentaron entrar en el Museo del Queso. Imaginaros la cara de ambos cuando yo llegué. Poco después en
una cafetería hasta la que pude penetrar con decisión pero en la que me dieron
la segunda negación. Pero Carmen y yo teníamos un as en la manga, con mierda,
con poca luz, pero que era nuestra ultima esperanza. Y poniendo rumbo al antro,
Matias sacó unas galletitas sorpresa que compartió con su amada, y con el resto
de la cuadrilla. Mientras Inmaculada veía como se le escapaba un decorado de
ensueño para reventar su cámara y su móvil a fotos, y en un receso nos trinco a Pepe y a mi para que la fusiláramos a fotos dentro de un zanco amarillo
gigante., mientras tiritábamos de frío.
Y el as de la manga se convirtió en antro y allí nos
recibieron como reciben los holandeses, con indeferéncia ante el turista osado
que se atreve a visitar su tierra en
pleno invierno. Otra mesa grande teníamos a tiro, pero unas ollas y platos con
comida nos hacían dudar. Y poco a poco fuimos conquistando aquel antro y en
poco rato la olla había desparecido y nosotros habíamos dejado la barra para
pinchar nuestra bandera, de abrigos, gorros, mochilas y móviles en la ansiada meseta que suponía ser aquella mesa. Al calor de las cervezas
y cafés cantamos el himno de Andalucía, reímos otra vez e incluso remeamos.
Y allí y rodeados de mierda, y con poca luz, nos recuperamos
de otra envestida de frío y pusimos rumbo a Ámsterdam. Por ello este viaje a
Zaanse Schans ha sido una experiencia totalmente diferente a la de hace unos
años. ¿La culpa?. Vosotros.
Esta visita estaba clara y pensada. Sin embargo Delf vino
con el mapa en la mano, y buscando la cercanía con Rotterdam. Rotterdam había
quedado descartado rápidamente, solo hubiésemos pillado algo en caso de entrar
por tren o autobús y hacerlo por el propio Rotterdam. Luego dudé entre Leiden, La Haya , y Delft. La primera pillaba más lejos de
Rotterdam y además su atractivo lo tiene en primavera con sus campos de
tulipanes. La Haya ,
es bonita, pero es mas grande y entrar en el centro y pinchar los coches se me
antojaba complicado. Y pillaba a medio camino. Delft era la mejor opción. Sabia
que teníamos poco tiempo para visitar la ciudad, cuestión de hora u hora y
media. Pero lo vi claro, ya habríamos andado casi todo el camino sin errores
ante tanta salida. Y estaríamos a tiro del aeropuerto con poco tiempo por andar
y por tanto con menos margen de error de podernos perder.
Y Delft parecía estar esperándonos, y Carmen tenía ganas por
llegar y aparcar, y entonces un tranvía le esta tocando los cojones, en una vía
limitada a un lado por obras y vallas y por el otro por la acera. Y de pronto, pon... y se afeita al tranvía, luego sin saber donde va y viendo al bicho por
detrás y suponiendo que Matias andaba por detrás del tranvía, se acojona y se
echa a un lado para que pase el tranvía amarillo casi afeitándonos. Me imagino
a Matias, a la pobre Mar ya tocadísima,
y a Inmaculada en ese momento.
Poco después aparcamos a la primera pero con dudas, y para
intentar despejarlas el pobre Matias con el Joluvi rojo hizo un exhaustivo
reconocimiento por los alrededores. Frustrado llegó y suponiendo que no se
cobraba parking hasta las doce pusimos andandito rumbo al centro de Delft. Con
la tensión y los comentarios por parte de Matias de los dos acontecimientos
vividos, andamos entre obras, y entre las vías del tranvía hasta llegar a una
calle en la que se veía al fondo una iglesia tan ladeada en su fachada y torre,
que parecía caerse de un momento a otro. Pepe volvió a insistir en montar un
estudio de arquitectura en Ámsterdam. Mar aparentemente un poquito mejorada
aguantaban el tirón. Inmaculada, que os voy a contar, reventando todo tipo de
artilugio que echara fotos. Pilar mirando aquí y allí con paso ligero, nada que
ver con el primer dia en el Jordaan.
Carmen a buen ritmo también y pidiendo foticos en los
canales. Con ese ritmo entramos en la plaza del pueblo. En este punto andábamos
ya un poco disueltos.
Fue una pasada entrar en aquella plaza, se me perdía la
vista buscando el final de aquella torre. Y al llegar me costó controlar el
espacio con el cielo. Impresionante. También precioso me pareció el Palacio de
Justicia y las vistas bajas de la ciudad que se veían desde dentro de la plaza.
Pero Delft no solo lo recordaré por ese momento vivido en esa
plaza. Hubo otro momento tan impactante y genial. Los dos artilugios que
transportaban en bicicleta a unos pequeñito rubios que iban o venían del cole.
Flipantes las minicarriolas con tolditos transparentes empujados por bicicletas
guiadas por dos chavalitas jóvenes. Que
energía transmitían esas dos imágenes Creo que es el mejor resumen de lo que es
Holanda.
Por eso salir de Ámsterdam es importante.
Y ya sabéis todo lo que empieza acaba, pero si algo he
aprendido con las Molley Malone es que hasta el rabo todo es toro, y sino que
se lo digan a Inmaculada.
Tras llega r al
Rotterdam The Hague Airport, curioso, el aeropuerto de Rotterdam lleva
el nombre de la Haya. En
fin, los holandeses…
Pero a lo que voy, tras llegar al aeropuerto de Rotterdam La Haya buscamos un surtidor
para repostar y dejar los bólidos igual que los habíamos recibido en Overtoom.
Podríamos decir que en eses instante, en el repostaje nos
pegaron el primer susto, ya que tras repostar diez euros y pico por un lado y
poco mas de doce por otro, nos cargaron en las cuentas corrientes ciento
veinticinco euros por cabeza. Pero lo gordo estaba por llegar. Inmaculada dando
espectáculo hasta el último momento y un poco acojonada por el volumen de su
flamante maleta, comprada para la ocasión, tuvo la feliz idea de introducir
esta en el habitáculo habilitado para verificar que la maleta daba las medidas
para considerarse equipaje de mano. Y aunque dicen que todo lo que entra sale,
durante unos minutos pensábamos que la puta maleta no saldría de aquel habitáculo.
La pobre Inmaculada que había pasado en horas de ser la reina de la farándula,
a una chica agobiada, se las veía y se las deseaba para recuperar su maleta, a
la par que pedía ayuda al grupo. Un grupo debilitado por el cansancio, con Mar
tocadísima, con Matías mirando por lo alto de las gafas, y Pilar descojonada de
risa. Carmen ajena a la movida estaba en sus cosas y yo tomando buena nota de
todo para luego escribirlo y contarlo. Y Pepe un hombre de paz, totalmente
decidido, aunque con ritmo cansado se dirigió hacia Imnaculada y su maleta para
resolver el entuerto.
En el camino aparentaba seguridad suficiente para devolverle
a Inmaculada su tesoro, pero al llegar al artilugio aquel sintió en sus carnes
la adversidad. Pero tras un par de intentos fallidos y un poco mosqueado pego
un tirón haca arriba, con tal energía que arranco la maleta de su prisionero.
Inmaculada respiró, pero el resuello le duro poco. Y el alivio se convirtió en
dolor. Sentada en el banco comunitario en el que estábamos haciendo hora y con
su maleta al fin a salvo, comenzó a inspeccionar aquel bulto achichotado, para
descubrir un jirón de más de cuarta larga en el lomo trasero de la maleta. La
mujer de Shakesperare se había convertido en un alma en pena y los lamentos en
forma de frases dolorosas disparaban las rizas de algunas cabronas y los animo
de los chavales.
Antes he dicho que lo gordo estaba por llegar. Mentí, ahora
es cuando lo gordo estaba por llegar.
Tras deambular por aeropuerto comer y desesperarnos llego la
hora de embarcar. Inmaculada encabezaba la cola de embarque con sus mochila, su
maleta y una gran bolsa de de recuerdos comparada en el duty free. Tras ella el
resto de expedición que en equipaje íbamos a la par. Un par de azafatas estúpidas,
al pasar junto a nosotros se dirigieron a Carmen y a mi alertándonos que con
tanto bártulo no entrábamos en el vuelo de Transavia. Sorprendidos quedamos
nosotros que rápidamente nos salimos de la colar para reventar nuestras
mochilas y maletas. En este instante perdí un poco el control del grupo que
alarmado ante tal amenaza comenzó a buscarse la vida. Matias y Mar se salieron
también de la cola, Pepe y Pilar aguantaron allí como pudieron, e Inmaculada
nos e movió ni un solo centímetro de su privilegiada posición a pesar de haber
recibido un nuevo aviso de las dos perras azafatas.
Cuando Carme y yo volvimos, Inmaculada seguía allí, mirando
de un lado a otro con rostro desesperante y casi pidiendo clemencia.
Y llego la hora de picar la tarjeta de embarque y atravesar
parte de la pista del aeropuerto para subir al avión. Inmculada amagó que tiraba la toalla co una frase
suplicatoria que nunca olvidaré. “Voy a ver lo que averiguo… Guardarme un
sitio”. Pero un soplido de las mujeres de Shekespeare recorrió los frios aires
del norte, e Inmaculada se giró y poderosa entrego su tarjeta de embarque
rodeada de sus bártulos. La chica aquella le picó sin problemas y le autorizo
el paso, a lo que Inmaculda correspondió con un ritmo frenético en busca del
avión. Carme y yo habíamos hecho los deberes y pasamos tranquilamente, mientras
que a Pepe le prohibían la entrada por llevar colgado un minúsculo bolso del
hombro. Yo andaba hacia el avión y miraba a un lado y a otro. Aquello era espectacular. Inmculada corriendo
como un gamo por la pista hacia el avión, arrastrando todos sus bártulos, y Pepe
escondiendo el bolso. Una vez en el avión aparecieron Mar y Matias. Y al fin
todos subidos recobrábamos la normalidad.
Ya os he dicho que hasta el ramo todo es toro. Pues la normalidad se
volvió a diluir cuando en el parking del Aeropuerto de Málaga, Matias encontró su
coche pinchado, o cuando el propio Matias remató la faena jugándose a una carta
la posibilidad de que el cristal de coche subiese hasta arriba. Salió cruz, y
tras arreglar el pinchazo a velocidad de crucero pusimos rumbo a Montilla. Las
Molly Malone con Pepe, hombre de paz. Y yo asumiendo mi rol de cicerón hasta el
ultimo segundo con Matias y la ventanilla bajada hasta abajo. En lugar de
llegar de Ámsterdam parecía que veníamos de
robar el Bando de España, con tanto gorro y chaquetón colocado sobre
nuestro cansados cuerpos.
TRAYECTOS, VISITAS Y EXCURSIONES.
Jueves 25 Febrero 2016.
Montilla – Ámsterdam.
Montilla – Aeropuerto de Málaga. Coche (120 Km )
Málaga- Ámsterdam. Avión
(2000 km )
Viernes 26 Febrero.
Ámsterdam
Jordaan. Heineken Experience, Mercado Albert Cuyper, (Barrio
De Pijp)
Barrio Rojo, (Centrum). Cafe DeBalie (Leidsenplein)
Sábado 27 Febrero
Ámsterdam
Begihjnof (Spui), Bloemenmark o Mercado de las Flores
(Centrum), Curva de Oro, Rembrandtplein y Waterlooplein (Centrum), Diamant
Museum (Museumplein)
Domingo 28
Febrero.
Ámsterdam /
Zaans Schans
Rijkmuseum
(Museumplein), Linneaussstrauit – Middenweg (Oost), Zaans Schans,
Cafe Helmers,
Overtoom ( Nieuew West),
Lunes 29 Febrero.
Ámsterdam -
Montilla
Amsterdam –
Delt. Coche (63 km )
Delft.
Delft - Aeropuerto de Rotterdam. Coche (15 km )
Aeropuerto Rotterdam – Aeropuerto Málaga. Avión (1850Km)
Aeropuerto Málaga- Montilla. Coche 120 km )
RESUMIENDO, QUE DICE EL SABINA.
Volver a Ámsterdam ha sido una pasada, y hacerlo rodeado de
buena gente aun más, nunca lo hubiese imaginado. El reto era importante, ya no
solo valía contar las maravillas de la ciudad, ahora había que conseguir que mis
acompañantes sintieran buenas sensaciones y estímulos en la ciudad.
Creo que entre todos lo hemos conseguido.
Hemos paseado entre canales, sufrido entre bicicletas, o reído
hasta reventar en un café marrón holandés. Y hemos visto muchas cosas mas, torres
majestuosas, museos y edificios señoriales, esculturas escondidas, parques
maravillosos o hemos tomado tufos de yerba sin probarla. Hemos entrado en las
entrañas del barrio rojo, del Jordaan o de Overtoom
Sin duda el frio ha condicionado este viaje, en época
estival todo es mas fácil y da opciones que el invierno limita. Pero el
invierno no ha hecho conocer una ciudad desconocida para mi, y creo que le
hemos sacado partido. Además hemos tocado un poquito de cada barrio, llegando a
estar en cinco diferentes para poder aprecia las diferencias, y hemos conocido
un poquito de la Holanda
que no es solo Amsterdam, con las visitas a Zaans y Delft
En fin, que no hay quinto malo, y ya sabéis si algún día
vais por Ámsterdam llamarme por favor, aún hay muchas cosas que disfrutar por
aquellas tierras.
Ahh. Y gracias por vuestra colaboración, me lo habéis hecho
muy fácil.
Se os quiere.
OTROS DATOS.
Vuelos 180 euros ida y vuelta. (ojo con Transavia)
Hotel City Graden. Estaba bien, y bien ubicado, el desayuno
era el mismo todos los dìas pero no estaba mal. Hacian las habitaciones a
diario, y aunque era chico el baño estaba limpio y el resto aceptable.
La maquina de cervezas de la recepción aliviaba bastante.
120 euros por pareja y día con desayuno.
Entrada Riksmuseum. 18´50 euros.
Entrada al Heineken Experience. 17 euros.
Billete de trayecto de tranvía, 2´90 euros
Billete de carácter diario por día. 7 euros.
Los billetes se sacan en el mismo tranvía
Trayecto del aeropuerto a la Station Central. 5 euros
Precio medio de caña de cerveza, 2´50 euros
Chocolate con nata, 2´80 euros.
Bocatica de pescado típico en puesto callejero, 3´50 de
media.
Paquete de tabaco, 6 euros.
Compra en el super. Algo mas caro que en Montilla.
Alquiler de coche (Europcar). Nissan Qashqai con gps 111
euros. Ford Kuga sin gps 92 euros. Por día.
Importante controlar la fianza que anda en torno de 400
euros por coche.
Mear en la calle o entrar a un una café o cervecería.`50
euros.
Importante viajar con tarjeta de crédito, muchos
establecimientos no aceptan efectivo.
Precio litro de diesel.
1´009 euros
Precio litro gasolina. 1´329 euros.
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