lunes, 5 de octubre de 2015

Caravaneando... Fuengirola (Costa del Sol)

Toma de contacto
Bueno llegó el día, tras un intento fallido de salir con la Roller Aloha 420f el fin de semana anterior, y por supuesto tras muchas horas en Internet, y al menos ocho o nueve caravanas vistas, el viernes veinticinco de septiembre, tuvo lugar nuestra primer salida.
Atrás quedaba la expedición a Los Rosales para comprar la Roller, por supuesto los ensayos generales en El Molino del Toro, donde "to Santo Dios" se subió a la misma para ojearla y de paso dar su opinión, con los niños atrincherados y deseosos de dormir allí dentro la siesta. Con  Carmela (mi chica) y Sensi (la Cuñada) pegandose un buen tupitón de limpieza, mientras que Juan Antonio (el cuñado) hacía algunos ajustes de bricolage. Antes habíamos probado todas las virtudes de la Roller, aire acondicionado, presión de la bomba de agua y los grifos,  los quemadores de la hornilla de "butano" de la cocina, la claraboya. También la Roller pasó por el taller para verificar, o en su caso arreglar, las zapatas de los frenos, rodamientos, etc…

La hora de la salida. 
Lo dicho que el viernes a las cinco menos dos minutos de la tarde y tras colocar los espejos retrovisores salimos de la nave dirección a la Costa del Sol. Lo primero que hicimos fue incorporarnos a la N-331, dirección Aguilar de la Frontera, para una vez en la rotonda anterior a dicha localidad tomar la Autovia A-45. Vehiculando íbamos con Carmela al volante, cuando justo antes de incorporarnos a la A-45, y tras mirar por el retrovisor pude ver una de las ventanas de la Roller alzada. Las alarmas se encendieron teniendo que parar y entrando en la caravana, para cerrar dicha ventana y de paso repasar las demás. Luego y una vez en ruta tuvimos tráfico fluido hasta las cercanías de Málaga donde la cosa cambió, entonces el tráfico se complicó bastante, teniendo que prestar muchísima más atención, para no cometer errores y de paso tomar la salida hacia el camping de forma correcta. Concrétamente en el kilómetro 207 de la N-340 (A-45).
Carmela se manejo genial poniendo a prueba el Volvo XC90, y de paso poniéndose a prueba a ella misma, mientras que yo atendía a los movimientos del tráfico para facilitarle la conducción. Y es que una de las cosas que hemos asumido tras comprar la Roller es que la manera de vehicular ha cambiado, y por ello tenemos que adaptarnos a una nueva conducción, sin prisas, disfrutando del viaje, conscientes de que movemos mas de diez metros de vehículo articulado, y por ello es importantisimo una buena compenetración.

Llegada al camping
Sobre las siete y pocos minutos de la tarde llegábamos al parking del camping, y como si fuésemos los amos del mismo, dejamos el “comboy” atravesado en el parking. Al bajarnos dirección a la recepción volvimos la mirada a la Roller y luego mirándonos nosotros sostuvimos unas sonrisillas acompañadas de cosquilleo en el estomago que expresaba la satisfacción de cumplir con nuestro primer objetivo de la escapada. ¡Habíamos llegado sanos y salvos! Y sin ningún incidente. Bueno el de la ventana, pero este suponía poca cosa.
Al entrar en la recepción nos saludó Juan, el segundo en el escalafón de la jerarquía del camping, tras Bartolomé, el cácaro de todo, y por encima de Miguel, el último en llegar. Tiempo nos faltó para confesar a Juan que éramos noveles. Es decir que era nuestra primera salida. Tampoco creo que Juan necesitase mucho para creernos, y quizás por ello se mostró de lo más amable con nosotros, mostrándonos las parcelas disponibles primero, y acompañándonos después hasta la que habíamos elegido. Nos ayudó a colocar la Roller en la parcela (433), y mientras lo hacía no dudo en hacernos un tercer grado a cerca de la caravana, incluso le pareció algo caro lo que habíamos pagado por ella, aunque al decirle que la habíamos comprado en Sevilla consideró buena la compra. Tras ayudarnos, empaparse de todo, y orientarnos de cara a posibles nuevas compras se marchó y nos dejó a nuestro libre albedrío. Y justamente en ese momento entramos en el mundo del caravaning de lleno. Colocamos las patas de la Roller, y tras un par de escarceos creímos dejarla nivelada casi a la primera. ¡Uff! Falto poco, pero los floripondios de las cortinillas de la puerta de entrada parecían gritarnos silenciosamente, con su caída vertical ladeada un rotundo ¡No, esto no esta nivelado! Al clavar nuestras miradas en dichos floripondios nos dimos cuenta, pero directamente pasamos, nosotros ya estábamos a lo nuestro, colocando chismes, sacando las mesas y hamacas, la caja de herramientas, la sombrilla de playa. Carmela parecía poseída y mientras yo colocaba la rafia en el suelo de la parcela, ella comenzó a "hacer sábado" con cubo y fregona en mano, luego procedimos a darle a todas las llaves de la luz, a lo grifos, a encender la hornilla del gas y la nevera, a subir los oscurecedores, y como no, a poner en funcionamiento el aire acondicionado, aunque afuera hiciese una temperatura que rondaba los veinte y poco grados y sin calor excesivo. ¡Madre mía que trajín!

Luego llegó el descanso del guerrero, eso que tantas veces había leído en los blogs de viajes de caravanas. ¡Cervezón frio! Sentaditos en las hamacas con la Voll-Dam en la mano y mirando como dos gilipollas a la Roller, que en esos momentos nos parecía el artilugio mejor diseñado del mundo, a pesar de que estuviésemos rodeados de caravanas y autocaravanas de ensueño. A nosotros dos nos daba igual, es más no veíamos mas allá de la parcela 433, y mientras nos regocijábamos con nuestra magnifica casa rodante no dejábamos de ansiar que llegase el momento de la cena para nuevamente enchufar la hornilla y volvernos a “guirrar” con  ella, o de que llegase la hora de acostarnos para por fin dormir en la cama.

Nuestra parcela (433)
Nuestra ubicación 
La parcela 433 no está nada mal, es más, está genial. Podríamos decir que nos encontramos en un lugar de paso, de pernoctación, llamémoslo así. Aunque a nuestra derecha tenemos a un matrimonio británico de jubilados que por lo que aparentan, tienen pinta de tener la caravana pinchada todo el año. El avance, las flores, las bicicletas y sobre todo lo protegida que tienen la caravana (de las grandes) así no lo hace pensar. Justamente detrás, mas de lo mismo, aunque estos son daneses, y tienen pinchada una caravana no muy vieja. Sin embargo en las parcelas que hay a nuestra izquierda el día que llegamos no había nadie, pero sucesivamente fueron pernoctando autocaravanas de alemanes franceses. Y un poco mas a izquierdas siguiendo por el vial 4, en el que estamos nos encontramos con los servicios, siempre limpios con duchas de agua caliente de grifos y no de pulsador (esto se agradece) y con el bloque de lavaderos de ropa y de utensilios de cocina.

Mas que un camping, un pueblecito nordico...
El camping es un autentico pueblecito a todo lujo de retirados nórdicos, donde predominan los finlandeses y a los que hay que unir daneses, algunos suecos e ingleses que espera el desembarco de islandeses. ¡Vamos una fiesta continua! Y digo los de retirados por dos motivos, uno por aquello de que la mayoría de sus habitantes ya están retirados de sus labores profesionales y por aquello de que un número importante de esa población han elegido este lugar para pasar los últimos años de sus vidas bañados por las maravillosas aguas del Mediterráneo y el deseado sol de Andalucía. Ah y por supuesto animados por la sauna de la que dispone el camping, algo muy apreciado por esta gente.
Y con respecto al sol hay que verlos para saber lo que significa el astro rey para ellos. Recuerdo la tarde del domingo veintisiete de septiembre. Yo escribía sentadito junto a la Roller, mientras Carmela estaba en la playa, entonces al sentir un repelús, decidí dejar la sombra y asomarme hasta la calle (vial 4) para que los rayitos de sol que se colaban entre la arboleda me aliviasen un poquito, al mirar a un lado y al otro simplemente "flipé". Aquello era un alboroto silencioso, a mi izquierda y al fondo del vial 4 y justo en frente de la esquina con los servicios un inglés descamisado y con gafas de sol leía sentado en una hamaca un enorme periódico a pleno sol. A mi derecha un matrimonio finlandés cuya humilde casa era una autocaravana Hymer montada en Mercedes (¡poca cosa!), compartían el cacharrito de la sobremesa con otra pareja de compatriotas, lógicamente bajo los rayos del sol. Y mas al fondo aún un, grupo de finlandeses también con autocaravanas de última generación también hacían lo propio.
Entonces decidí dar una vueltecita por el camping, o mejor dicho por aquel trocito del nórdico en Fuengirola. Disfruto haciéndolo, observando las caravanas y autocaravanas, el material de camping que llevan con ellas, los truquillos que utilizan para estar como en casa, los toldos, los jardines que tienen montados, las bicis, las protecciones, el cableado de las parabólicas que dan señal a varias viviendas rodantes a la vez, la banderitas de sus paises, etc… Pero a lo que iba, que cuando me pegué una vueltecita por el camping, pude observar como casi la mayoría de la población del lugar, tomaban su ración de sol de la tarde, algunos apenas se movían, cual auténticos lagartos, otros simplemente dormían bajo los rayos del sol.

Romántica cena a la luz del sol.
Luego volví a mi parcela, me coloqué a la sombrita y continué escribiendo y entonces comenzó otro de los grandes entretenimientos que ofrece el camping para los grandes observadores como es mi caso. Y es que a eso de las seis y media mas o menos de la tarde, los que no han cenado ya, lo están haciendo y los que no lo están haciendo están a punto de comenzar.
Tampoco es muy complicado saber en que momento están. Como digo, los que han terminado desfilan hacía el modulo de servicios donde van a lavar los utensilios de la cena. Este momento es de vital importancia para hacerse una idea de la media de edad de los habitantes de la pequeña colonia nórdica. Los más jóvenes (entre sesenta y pocos y sesenta y muchos) pasan andandito, con ritmo pausado ya que sus barrigas llenas no les permiten meter mucha velocidad a sus cuerpos. Los de más avanzada edad (entre sesenta y muchos y setenta y pocos) lo hacen con sus bicicletas a las que les han incorporado unas cestas para llevar dichos utensilios, y los más puretas (de setenta y poco al infinito) se desplazan en unos carritos a motor para minusválidos con sus cestas, también, incorporadas. En definitiva que Carmela (que en unos años cumplirá los cuarenta) y yo (que en otros tantos llegaré a los cincuenta) éramos auténticos babys entre tanto abuelete.
Tampoco era complicado adivinar quién estaba recién terminado de cenar, el ruido de platos y cubiertos amontonándose en las famosas cestas que llegaba desde los aledaños facilitaba la investigación. Este dato en cualquier otro camping de costa es complicado de contrastar, pero el majestuoso silencio del lugar ayudaba de forma definitiva. Es más, minutos después a estos les tocaba desfilar hacía los servicios, normalmente hombres en los que de vez en cuando se colaba alguna señora de sesenta, setenta o de infinita edad, liada en su albornoz, y levantando la lívido entre sus paisanos. En mi caso y en ningún momento se me disparó. También algún despistado pasaba con el casette del wc portátil preparando el artilugio para la meadilla de la madrugada.
Después de cenar tienen un rato de esparcimiento, que en algunas ocasiones consiste en una pequeña charlita con los vecinos, con tono bajo, y en otros en sanear la parcela de hojas secas que debido a las fechas que estamos van cayendo al suelo. Entonces se enfundan de unos palos con punta redondeada y punzante, y sin agacharse empiezan a pinchar una hoja tras otra rompiendo el armonioso silencio con unos crujidos alborotadores. Como en la ocasión anterior en cualquier otro camping este ruido es casi imposible de escuchar pero aquí te llega hasta el alma. Y una vez limpia la parcela y con la colada también recogida se adentran en sus magníficas viviendas, apagan las luces y solo con un hilito de luz proveniente de los últimos modelos de leds comienzan a leer, a ojear el portátil o la tableta, o a ver la tele, para seguir la actualidad de sus paises, gracias a las tremendas parabólicas  de las que disponen. A esas alturas del día el sol ya ha desaparecido del horizonte y prácticamente cuando ha caído la noche cada mochuelo está en su olivo. Es como si temiesen perderse por el camping y se quitan de en medio. También a esas horas Carmela ya ha vuelto de la playa, yo ya estoy duchadito y nos preparamos a hacer la cena mientras nos tomamos un aperitivo. Y claro por mucho que uno trate de no molestar y de integrase en los horarios de esta gente, no hay manera. Es más cuando desde dentro de nuestra maravillosa Roller Carmela comienza a cocinar unos filetitos de lomo, el aroma a "carnaca a la plancha" que sale de la parcela 433 inunda el camping, menos mal que los que no están durmiendo, están a punto. Luego y sentaditos en las sillitas y con la “jateria” en la mesa de camping, botella de tinto incluida comenzamos a comer bajo la luz de la luna, entonces nos sentimos los inquilinos del poblado más felices del mundo.

Playa de El Ejido
Horarios europeos
Con respecto a la coincidencia de horarios para comer observamos que solo teníamos un punto en común. Me explico. Cuando nosotros desayunábamos a eso de las diez y algo de la mañana, ellos estaban cocinando el almuerzo, cuando nosotros volvíamos de la playa para almorzar a eso de las tres y algo, ellos estaban preparando sus guisos para la cena. Cuando nosotros nos estábamos tomando un cacharrito de Larios con Tónica en la playa sobre las siete de la tarde, ellos (ahora sí) también lo estaban haciendo en el camping. Pero en su caso era el cacharrito de antes de acostarse. Luego cuando nosotros cenábamos a eso de las diez y media o las once y después a eso de las doce aún estábamos con el Larios de antes de acostarnos, con charlita buena, y bajita, muy bajita, recordando anécdotas, imaginando planes, soñando despiertos, ellos ya estaban fritos, o en su defecto se habían levantado para echar la meadilla de media madrugada.
Pasada la medianoche nos tocaba a nosotros entrar a nuestros aposentos para descansar o lo que encartara, pero antes y al subir  a nuestra a humilde morada afinamos el olfato para verificar que el olor a lomo a la plancha que horas antes inundaba la Roller y medio camping había desaparecido. Y efectivamente, si algo bueno tiene una vivienda con ruedas de diez metros cuadrados es que abriendo la ventana del salón y la de la cocina, la corriente de aire elimina los malos olores en cuestión de minutos. Y claro después de días tan intensos y cuando te ves acostadito en tu cama de dos diez de largo por uno treinta de ancho, con todo cerradito menos la claraboya que te permite ver el cielo, vuelves a tu mas lejana infancia cuando jugabas a las casitas, y claro ya puesto, dejas de jugar a las casitas para jugar a los medicos… Eso sí, nosotros ni hemos recogido hojas, ni tan siquiera las toallas que siguen colgadas en el tendedero, es más la botella de tinto vacía, el cenicero encolillado y no se que cosa más quedan al amparo de la noche en nuestra parcela.

La calle donde estuvimos alojados (Vial 4)
Para colmo, eclipse.
Eso si, todo lo comentado antes, sino  hay eclipse de luna, ya que entonces pones el despertador a las cuatro y media de la mañana,y cuando suena el reloj y te despiertas, durante unos segundo no sabes ni donde estás, luego te enfundas un pantalón corto y una camiseta, abres la puerta de la Roller y pones pies en el suelo, pisando unas pocas de hojas secas y pensando: !A que despierto a los vecinos! Luego miras a tu alrededor y ves como las hojas secas han tomado nuevamente las parcelas de los puretas nórdicos. Y entonces te alegras pensando que ya tienen entretenimiento para la tarde del dia siguiente. Como puedes y medio durmiendo miras al cielo buscando la luna, pero la arboleda no deja ver nada, entonces comienzas a caminar por el camping, todo esta en silencio (si a plena luz del día no se oye nada, ni os cuento a las cuatro y media de la mañana) y cerca del ala de los servicios una de las pocas tiendas de campaña canadienses que hay instaladas en el camping, parecen tener vida propia y un baibén disimulado te hace pensar, ¡coño esos deben de ser españoles que están zumbando!
Sigo caminando y mirando al cielo y justo en el vial 6, y tras levantar la cabeza puedo ver la luna. Ha perdido el resplandor que horas antes casi no nos permitía mirarla fijamente, ahora esta oscura, rojiza, entre tinieblas, me quedo embobado, tanto que durante unos minutos no soy capaz de ver a los vecinos que a pocos metros de mi también observan la luna, callados. Las mujeres abrigadas con sus albornoces, los hombres con sus batines. Todos en silencio, y al verme un saludo callado lleno de complicidad ante lo que estamos viendo, sirve como idioma universal entre gentes de lugares tan dispares como los de ellos y el mío. Luego vuelvo a la tienda, (perdón eso era antes), vuelvo a la Roller, entro  despacito, a oscuras y tras cerrar la puerta y meterme en la cama despacito, oigo la voz susurrante de mi Carmela medio dormida que me dice: ¿Qué has visto? ¿está chulo, me levanto? Yo le contesto con un beso y me acurruco en ella, y otra vez me siento el hombre más feliz del mundo.

La vuelta .
En la vuelta me tocó a mi conducir, ahora era yo el que se tenía que probar conduciendo con la casa a cuestas, incorporándome a la A-45, vehiculando por las rotondas, pasando por los accesos a Málaga y todos los núcleos urbanos de la costa, subiendo y bajando Las Pedrizas, tomando los desvios oportunos. Y la cosa no fue mal.
Tranquilamente recogimos y enganchamos y sobre las ocho de la tarde del lunes veintiocho comenzamos nuestro camino de vuelta. Sabíamos que más de la mitad del mismo lo haríamos de noche, pero como conocemos bien la ruta no nos importó, además la luna nos acompaño. También, los recuerdos de los tres días pasados en el Camping de Fuengirola junto a la colonia nórdica que sabe disfrutar quizás mucho mas que algunos de nosotros de nuestra tierra, de nuestra alegría, de nuestro sol y de nuestras maravillosas costas. En definitiva que nuestra primera experiencia “caravaning” resultó genial, y por supuesto única. Y es que eso de dormir en tu casa y que tu jardín sea la naturaleza es maravilloso.

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