Martes
7 Julio 2015.
Montilla
– Vielha. 1.052 Km.
Huyendo del frio busque en las rebajas de enero… Así comienza una
de las canciones de Joaquín Sabina. Nosotros huyendo de “la calor”
del sur, decidimos poner rumbo al Norte de España. Aunque poco
consuelo pudimos encontrar, a excepción de las noches, que al menos
durante los primeros días pudimos dormir tapaditos. Y es que el
verano del 2015, lo recordaremos como uno de los más calurosos de
los últimos años.
Pues con ese panorama, partimos el martes siete de julio dirección a
la Val d’Aran, a eso de las nueve de la mañana. Algo más
de 1.000 Km teníamos de por medio, y entre tanto, cinco comunidades
autónomas por las que transitar, (Andalucía, Castilla La Mancha,
Madrid, Aragón y Cataluña). Otras nueve provincias que tocar
(Córdoba, Jaén, Ciudad Real, Madrid, Guadalajara, Soria, Zaragoza,
Huesca, y Lléida). Es decir, atravesar la Península Ibérica de Sur
a Norte.
El paso por la Capital, lo hicimos tomando la M-50 dirección
Valencia, Zaragoza, y la verdad es que en esta ocasión lo clavamos.
Cada doscientos kilómetros más o menos, hacíamos paradita para
estirar las piernas, refrescarnos y cambiar al volante.
Poco a poco íbamos subiendo, poco a poco adelantando una infinidad
de camiones, entreteniéndonos con la música, o con los paisajes,
pero sin perder ni un segundo de atención a la carretera, que a
veces era autovía. Más concretamente hasta Zaragoza, y luego fue
autopista hasta Lleida, y finalmente nacional hasta Vielha.
En los 1.052 Km, que hicimos hasta la capital de la Val d´Aran,
pudimos disfrutar con la diversidad de paisajes que nos encontramos
en nuestro camino. El paso por Despeñaperros, frontera natural de
Andalucía con el resto de España. Las llanuras de la Mancha, la
magnitud que muestra Madrid a lo lejos, los altiplanos del Valle del
Jalón, la Basílica del Pilar rompiendo el cielo de Zaragoza, Los
Monegros y sus espectaculares formaciones desérticas. La Catedral de
la Seu Vella de Lléida a los pies del Pirineo, dando la
bienvenida. Como digo una diversidad de colores, formas, paisajes, y
culturas, espectacular.
La parada oficial para almorzar la hicimos en
Santa María de
Huerta (41°15′53″N
2°10′33″O),
un pueblito de la provincia de Soria, de apenas 300 habitantes. Y que
lleva el mismo nombre que el Monasterio cisterciense que se comenzó
a construir a principios del siglo XXII. En el tuvieron lugar muchos
de los concilios de la orden del Císter. Al bajarnos junto al muro
del monasterio pudimos confirmar nuestras sospechas de que “las
calores” que dejamos en el Valle del Guadalquivir se extendían por
toda la Península. Un aire calentón intentaba aliviar los más de
treinta y cinco grados a la sombra que acribillaban el entorno.
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Monasterio de Santa María de Huerta |
Sobre las siete de la tarde tocábamos
Lléida, una vez
abandonada la Autopista AP-2 o del Nordeste, que tomamos en Alfajarín
y en la que pasamos por el arco del Meridiano de Greenwich,
comenzamos a vehicular por la N-320.
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Paso por el Meridiano de Grenwich |
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Desierto de Los Monegros. |
A nuestro paso cultivos de
árboles frutales, y un curioso olor a estiércol que inundaba el
entorno. Poco a poco dejábamos atrás los cultivos para ir
ascendiendo rodeados de vegetación. El calor seguía siendo
insoportable, más de cuarenta grados hacía, cuando al paso por
Sopeira nos bajamos del bólido para estirar nuevamente las piernas.
El paisaje con el pantano de Escales a los pies del pueblito
era precioso, tanto como el bochorno que nos hizo montarnos
nuevamente en el coche de forma rápida. La N-320 no deja de
serpentear entre Huesca y Lléida, y tras pasar los trece
túneles pequeñitos se esconde de las montañas en el túnel de
Vielha, que con sus más de cinco kilómetros, separa la comarca de
l´Alta Ribagorça y la Val d´Aran. Sorprendente fue
atravesar el túnel tras uno de los cientos de camiones con los que
nos topamos en nuestro camino, pero más sorprendente aún fue salir
del túnel y encontrarnos con una niebla densa, que había hecho
anochecer la tarde. No en balde la temperatura del bólido había
descendido hasta los dieciocho grados, cuando apenas minutos antes
pasaba de los cuarenta.
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Sopeira y el pantano de Escales. |
Luego el valle con su arquitectura particular, envuelto en las
montañas, salpicado de pueblecitos, y con Vielha, como capital de la
comarca de Vielha-Mijarana. Sobre las nueve y media
aparecíamos en el Hotel Aran la Abuela, donde tras alojarnos, cenar
y darnos una duchita caímos rendidos. Eso sí, tapaditos hasta el
cuello.
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Tras el paso por el Tunel de Vielha. |
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