lunes, 3 de agosto de 2015

Por el Norte de España (I). Subiendo de Punta a Cabo.

Martes 7 Julio 2015.
Montilla – Vielha. 1.052 Km.


Huyendo del frio busque en las rebajas de enero… Así comienza una de las canciones de Joaquín Sabina. Nosotros huyendo de “la calor” del sur, decidimos poner rumbo al Norte de España. Aunque poco consuelo pudimos encontrar, a excepción de las noches, que al menos durante los primeros días pudimos dormir tapaditos. Y es que el verano del 2015, lo recordaremos como uno de los más calurosos de los últimos años.
Pues con ese panorama, partimos el martes siete de julio dirección a la Val d’Aran, a eso de las nueve de la mañana. Algo más de 1.000 Km teníamos de por medio, y entre tanto, cinco comunidades autónomas por las que transitar, (Andalucía, Castilla La Mancha, Madrid, Aragón y Cataluña). Otras nueve provincias que tocar (Córdoba, Jaén, Ciudad Real, Madrid, Guadalajara, Soria, Zaragoza, Huesca, y Lléida). Es decir, atravesar la Península Ibérica de Sur a Norte.
El paso por la Capital, lo hicimos tomando la M-50 dirección Valencia, Zaragoza, y la verdad es que en esta ocasión lo clavamos. Cada doscientos kilómetros más o menos, hacíamos paradita para estirar las piernas, refrescarnos y cambiar al volante.
Poco a poco íbamos subiendo, poco a poco adelantando una infinidad de camiones, entreteniéndonos con la música, o con los paisajes, pero sin perder ni un segundo de atención a la carretera, que a veces era autovía. Más concretamente hasta Zaragoza, y luego fue autopista hasta Lleida, y finalmente nacional hasta Vielha.
En los 1.052 Km, que hicimos hasta la capital de la Val d´Aran, pudimos disfrutar con la diversidad de paisajes que nos encontramos en nuestro camino. El paso por Despeñaperros, frontera natural de Andalucía con el resto de España. Las llanuras de la Mancha, la magnitud que muestra Madrid a lo lejos, los altiplanos del Valle del Jalón, la Basílica del Pilar rompiendo el cielo de Zaragoza, Los Monegros y sus espectaculares formaciones desérticas. La Catedral de la Seu Vella de Lléida a los pies del Pirineo, dando la bienvenida. Como digo una diversidad de colores, formas, paisajes, y culturas, espectacular.
La parada oficial para almorzar la hicimos en Santa María de Huerta (41°15′53″N 2°10′33″O), un pueblito de la provincia de Soria, de apenas 300 habitantes. Y que lleva el mismo nombre que el Monasterio cisterciense que se comenzó a construir a principios del siglo XXII. En el tuvieron lugar muchos de los concilios de la orden del Císter. Al bajarnos junto al muro del monasterio pudimos confirmar nuestras sospechas de que “las calores” que dejamos en el Valle del Guadalquivir se extendían por toda la Península. Un aire calentón intentaba aliviar los más de treinta y cinco grados a la sombra que acribillaban el entorno.

Monasterio de Santa María de Huerta

Sobre las siete de la tarde tocábamos Lléida, una vez abandonada la Autopista AP-2 o del Nordeste, que tomamos en Alfajarín y en la que pasamos por el arco del Meridiano de Greenwich, comenzamos a vehicular por la N-320.

                 
Paso por el Meridiano de Grenwich
Desierto de Los Monegros.
A nuestro paso cultivos de árboles frutales, y un curioso olor a estiércol que inundaba el entorno. Poco a poco dejábamos atrás los cultivos para ir ascendiendo rodeados de vegetación. El calor seguía siendo insoportable, más de cuarenta grados hacía, cuando al paso por Sopeira nos bajamos del bólido para estirar nuevamente las piernas. El paisaje con el pantano de Escales a los pies del pueblito era precioso, tanto como el bochorno que nos hizo montarnos nuevamente en el coche de forma rápida. La N-320 no deja de serpentear entre Huesca y Lléida, y tras pasar los trece túneles pequeñitos se esconde de las montañas en el túnel de Vielha, que con sus más de cinco kilómetros, separa la comarca de l´Alta Ribagorça y la Val d´Aran. Sorprendente fue atravesar el túnel tras uno de los cientos de camiones con los que nos topamos en nuestro camino, pero más sorprendente aún fue salir del túnel y encontrarnos con una niebla densa, que había hecho anochecer la tarde. No en balde la temperatura del bólido había descendido hasta los dieciocho grados, cuando apenas minutos antes pasaba de los cuarenta.


Sopeira y el pantano de Escales.
Luego el valle con su arquitectura particular, envuelto en las montañas, salpicado de pueblecitos, y con Vielha, como capital de la comarca de Vielha-Mijarana. Sobre las nueve y media aparecíamos en el Hotel Aran la Abuela, donde tras alojarnos, cenar y darnos una duchita caímos rendidos. Eso sí, tapaditos hasta el cuello.


Tras el paso por el Tunel de Vielha.


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