Martes 14 Julio.
Roses.
Roses
– Cala la Pelosa (Ida y Vueltas, 20´6 Km)
Roses
– Port Lligat – Cadaqués – Roses. (38´4 Km)
El martes se presentaban con una agenda
cargadita, y es que apurábamos nuestras horas en el Cap
de Creus, por ello decidimos
aprovechar el tiempo lo mejor posible.
Desayunamos temprano y sobre las nueve y media
o así, nos encaminábamos al lugar que nos habían recomendado la
noche anterior, mientras cenábamos. Tomamos la carretera a Montjoi,
para una vez llegados a dicho lugar tomar una pista sin asfaltar
hasta Cala la Pelosa. En nuestro paso por el minúsculo asentamiento
de Montjoi
nos sorprendió ver el Bulli,
el famoso restaurante de Ferran Adriá que ahora permanece cerrado.
Sin duda el cocinero Estrella Michelín supo elegir un lugar
privilegiado para montar su restaurante. Pero si hablamos de lugares
privilegiados, un kilómetros después encontramos Cala
la Pelosa. Un enclave virgen de
paisaje salvaje y arena gruesa, donde a nuestra llegada solo
encontramos un par de parejitas.
El lugar invita a quedarse, aunque
nosotros tuvimos dudas, ya que si el entorno es maravilloso, la
primera impresión que nos llevamos al ojear la playa era de piedras
y más piedras en la orilla. Menos más que rectificamos y nos
quedamos, de lo contrario nos hubiésemos perdido una de las grandes
sensaciones de nuestro viaje. Los barquitos anclados a escasos metros
de nosotros, las cristalinas aguas que nos permitían ver el fondo y
los peces que pasaban junto a nuestras piernas, la arena fina de la
playa… Uff, que deleite para los sentidos. Quizás habría que
poner un par de “peros”, uno que lógicamente conforme avanzaba
el día, a la cala fue llegando gente, que aun sin masificarla hizo
perder el encanto del momento en el que llegamos, en el que apenas
como digo estábamos solos. Otro “pero” y ojo con este. La cala
tiene un embarcadero al que a medio día llegan los turistas, en su
mayoría franceses, en barco para almorzar en el chiringuito. También
nosotros lo hicimos, sufriendo un servicio pésimo y una clavada
importante.
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Cala La Pelosa |
Sobre las cuatro de la tarde emprendimos la
vuelta a Roses, y tras una duchita y descansar un poco comenzamos
nuestra segunda expedición del día, que nos llevaría hasta
Cadaqués, concretamente hasta Port
Lligat para visitar la Casa
Museu Salvador Dali. Para ello y
tras asearnos y descansar un ratito en el hotel utilizamos la ya
conocida GI-614, para 16 km, y media hora después llegar a Cadaqués,
o lo que es lo mismo al pueblo más oriental de la Península
Ibérica, pero nosotros seguimos hasta Port
Lligat, una de las calas más
famosas de todo el Cap de Creus,
a tan solo 4 km de Cadaqués.
Y allí a los pies de la cala, casi bañada por el agua encuentra la
Casa Museo del GÉNIO. Durante un ratito tuvimos que espera hasta la
hora de nuestro pase. Un ratito al amparo y la luz de la cala de Port
Lligat, como es de esperar la espera
no desesperó para nada. Simplemente fue maravillosa.
Toda la tranquilidad y el color de la cala se transformó en una
explosión de delirio en formas, tonalidades, vistas preciosas a la
cala y la típica arquitectura Dalidiana en nuestra visita a la casa.
Simplemente genialidad en un espacio donde aún se respira la
presencia del Gran Genio. Casi hora y media nos llevó trapichear por
aquella locura, y a la salida el sol ya se había retirado de la
cala, con lo que ahora los tonos se habían transformado, las
pequeñas isletas, el embarcadero, los pocos pero preciosos barquitos
de pescadores… Sin duda la mágica luz de Port Lligat nos
tenía embobados.
Luego dimos un cortito paseo por Cadaqués (42º17´19´´N/3º16´40´´E) (2.820 hab) y por su pequeña bahía, donde un ambiente lleno de vida daba paso a la noche.
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Cala Port Lligat desde la Casa Museo de Dali |
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Entrada del oso, Casa Museo Dalí |
Luego dimos un cortito paseo por Cadaqués (42º17´19´´N/3º16´40´´E) (2.820 hab) y por su pequeña bahía, donde un ambiente lleno de vida daba paso a la noche.
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Cadaqués |
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