lunes, 3 de agosto de 2015

Por el Norte de España (VIII). Cap de Creus. la Pelosa y Dalí

Martes 14 Julio.
Roses.

Roses – Cala la Pelosa (Ida y Vueltas, 20´6 Km)
Roses – Port Lligat – Cadaqués – Roses. (38´4 Km)

El martes se presentaban con una agenda cargadita, y es que apurábamos nuestras horas en el Cap de Creus, por ello decidimos aprovechar el tiempo lo mejor posible.
Desayunamos temprano y sobre las nueve y media o así, nos encaminábamos al lugar que nos habían recomendado la noche anterior, mientras cenábamos. Tomamos la carretera a Montjoi, para una vez llegados a dicho lugar tomar una pista sin asfaltar hasta Cala la Pelosa. En nuestro paso por el minúsculo asentamiento de Montjoi nos sorprendió ver el Bulli, el famoso restaurante de Ferran Adriá que ahora permanece cerrado. Sin duda el cocinero Estrella Michelín supo elegir un lugar privilegiado para montar su restaurante. Pero si hablamos de lugares privilegiados, un kilómetros después encontramos Cala la Pelosa. Un enclave virgen de paisaje salvaje y arena gruesa, donde a nuestra llegada solo encontramos un par de parejitas. 


Cala La Pelosa
El lugar invita a quedarse, aunque nosotros tuvimos dudas, ya que si el entorno es maravilloso, la primera impresión que nos llevamos al ojear la playa era de piedras y más piedras en la orilla. Menos más que rectificamos y nos quedamos, de lo contrario nos hubiésemos perdido una de las grandes sensaciones de nuestro viaje. Los barquitos anclados a escasos metros de nosotros, las cristalinas aguas que nos permitían ver el fondo y los peces que pasaban junto a nuestras piernas, la arena fina de la playa… Uff, que deleite para los sentidos. Quizás habría que poner un par de “peros”, uno que lógicamente conforme avanzaba el día, a la cala fue llegando gente, que aun sin masificarla hizo perder el encanto del momento en el que llegamos, en el que apenas como digo estábamos solos. Otro “pero” y ojo con este. La cala tiene un embarcadero al que a medio día llegan los turistas, en su mayoría franceses, en barco para almorzar en el chiringuito. También nosotros lo hicimos, sufriendo un servicio pésimo y una clavada importante.

Sobre las cuatro de la tarde emprendimos la vuelta a Roses, y tras una duchita y descansar un poco comenzamos nuestra segunda expedición del día, que nos llevaría hasta Cadaqués, concretamente hasta Port Lligat para visitar la Casa Museu Salvador Dali. Para ello y tras asearnos y descansar un ratito en el hotel utilizamos la ya conocida GI-614, para 16 km, y media hora después llegar a Cadaqués, o lo que es lo mismo al pueblo más oriental de la Península Ibérica, pero nosotros seguimos hasta Port Lligat, una de las calas más famosas de todo el Cap de Creus, a tan solo 4 km de Cadaqués. Y allí a los pies de la cala, casi bañada por el agua encuentra la Casa Museo del GÉNIO. Durante un ratito tuvimos que espera hasta la hora de nuestro pase. Un ratito al amparo y la luz de la cala de Port Lligat, como es de esperar la espera no desesperó para nada. Simplemente fue maravillosa.
Toda la tranquilidad y el color de la cala se transformó en una explosión de delirio en formas, tonalidades, vistas preciosas a la cala y la típica arquitectura Dalidiana en nuestra visita a la casa. Simplemente genialidad en un espacio donde aún se respira la presencia del Gran Genio. Casi hora y media nos llevó trapichear por aquella locura, y a la salida el sol ya se había retirado de la cala, con lo que ahora los tonos se habían transformado, las pequeñas isletas, el embarcadero, los pocos pero preciosos barquitos de pescadores… Sin duda la mágica luz de Port Lligat nos tenía embobados.

Cala Port Lligat desde la Casa Museo de Dali
Entrada del oso, Casa Museo Dalí

Luego dimos un cortito paseo por Cadaqués (42º17´19´´N/3º16´40´´E) (2.820 hab) y por su pequeña bahía, donde un ambiente lleno de vida daba paso a la noche.

Cadaqués
Una vez en Roses, decidimos despedir nuestra última noche en el mismo chiringuito donde cenamos el primer día. Y como despedida, y de sorpresa, disfrutamos los fuegos artificiales que desde el paseo marítimo del mismo Roses alumbraban el cielo a la par que el mar. En fin, un broche de oro maravilloso a nuestra estancia en el Cap de Creus.

No hay comentarios:

Publicar un comentario