Dia 4. (Sábado, 28/6/2014)
A Llastres en busca de Dinosaurios. (130 Km).
La
lluvia quiso ser la protagonista de nuestro tercer día en Asturias. Y digo
quiso ya que no paró de llover en casi todo el día, pero chozos de punta, rayos
y centellas tendrían que haber caído para frenar nuestras ganas de seguir
acumulando sensaciones.
Y con ese objetivo pusimos rumbo a Llastres, y tras los acontecimientos
del día anterior por la Sierra de Ordiales, decidimos vehicular por carreteras
más concurridas. Pero antes de eso nos dirigimos hasta la aldea de caño con la
intención de visitar la estación de desove del salmón en pleno rio Sella.
Rio Sella en Caños. |
Salmones
vimos pocos pero paseamos por una sendita que toca el Sella y en la que nos
topamos con algún que otro pescador que parecía para el tiempo en aquel
maravilloso entorno, fue bastante placentero. Poco después tomamos la N-625 dirección Arriondas, luego la
AS-260 hasta Colunga donde nos topamos con la Oficina de Información cerrada,
así que tras preguntar y mirar los indicadores seguimos hasta Llastres haciendo
una paradita en el MUJA, Museo del Jurasico de Asturias, según parece estas son
tierras donde los dinosaurios dejaron sus impronta en forma de huellas.
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En el Museo del Jurasico |
En
ese instante la lluvia había dado una pequeña tregua que aprovechó a la
perfección un fuerte aire que dotaba a lugar de tintes tenebrosos.
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Llanes |
Nuestro
siguiente destino fue la villa marinera de Llastres (1.951 hab. 43º31N/05º16W)
perteneciente al Consejo de Colunga. Allí nada más aterrizar plantamos (con
suerte) la ranche en un lugar privilegiado y buscamos un restaurante para
protegernos de la lluvia y llenar nuestros estómagos.
El
Aldebarán fue nuestro refugio en el que el camarero, un hombre grandote y
barrigón con una verruga en la cara nos trató a cuerpo de rey. Arroz,
ensaladilla, cachopos, tinto gallego y un postre de yogur nos dieron las fuerzas
más que suficientes para comenzar nuestro paseíto por la preciosa villa. Y allí
también, en el Aldebarán, y tras charlar un ratito con el camarero entendimos
que lo de las huellas de los dinosaurios, anda entre mucho de leyenda y poco de
realidad. Lo que si fue real a todas luces son las maravillosas vistas que
pudimos disfrutar desde el mirador, a los pies de la Capilla de San Roque, o
del placentero paseíto (aprovechando unos rayitos de sol) que dimos por sus calles con la Iglesia de Santa
María de Sabada como protagonista.
En
la vuelta y a pesar de la advertencia de nuestro camarero, guía particular
hicimos una incursión en la Playa de La Griega, aún a sabiendas que encontrar
las huellas sería complicado, no quisimos dejar escapar la ocasión de visitar
la playa. Y como bien nos aconsejo nuestro amiguete, nada, de nada. Bueno a
decir verdad tampoco buscamos mucho. Eso sí, las vistas merecieron la pena.
De
vuelta a Cangas y tras asearnos, paseamos por la ciudad a modo de despedida, no
en vano era nuestra última noche por aquellas tierras, y tras caminar un ratito
cenamos tortos con jamón. Se trata de unas trotas de maíz que han pasado de ser
comida de aldeanos a colocarse en las cartas de todos los restaurante.
A
nosotros no nos convencieron mucho y más teniendo en cuenta los cachopos que se
estaban metiendo en la mesa del al lado.
Iglesia Nuestra Señora de la Asunción. |
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