Día
3.
Viernes
27 Junio 2014.
De
Ribadesella a Llanes.
Playas, y vuelta por la Sierra de Ordiales. (120
Km).
A
veces viajar sin destino trazado de antemano y con los puntos importantes
señalados en el mapa, pude parecer una pequeña locura, pero en nuestro caso
hemos conseguido guiarnos por el instinto y eso nos ha dado la posibilidad de
encontrar lugares maravillosos.
Así
pues el día comenzó rumbo a Ribadesella para a partir de ahí comenzar un
recorrido por la costa cantábrica que nos llevaría hasta la localidad de
Llanes. Para ello tomamos la N-625 hasta Arriondas donde cambiamos a la N-624
para una vez con el Rio Sella de compañero llegar hasta Ribadesella (6.097 hab.
43º26N/05º05W).
Ribadesella |
Una
vez en la pequeña localidad costera paseamos por sus bonitas calles del centro
y compramos algunos recuerdos. No cayendo en la tentación de gastar ni un euro
en la famosa pastelería donde se inventaron las leticias.
Eso
sí, disfrutamos de su bonita arquitectura y de su tentador escaparate.
Luego
tomamos la AS-263 para comenzar nuestra búsqueda de playas extraordinarias. Y
fue en la localidad de Belmonte donde dejamos la vía que traíamos para
incorporarnos a una carreterita que nos llevaría hasta la Playa de Guadamía,
pero pasando por alto el acceso a la playa seguimos por un camino de tierra
hasta el acantilado de los Bufones de Pria.
El camino se iba complicando pero tras maniobrar entre los baches y
dejar la ranche a escasos metros del acantilado nos bajamos para deleitarnos
con las vista y con las chimenea que conectan el mar con una superficie llena
de piedras, algo de arena y líquenes.
Acantilado Bufones de Pria |
Al
parecer cuando golpea el temporal el agua sube por las chimeneas dando al
acantilado un decorado inigualable.
Y
allí nos encontrábamos Carmen y yo, nuevamente entre la inmensidad de la
naturaleza, sintiéndonos extraños y por supuesto unos privilegiados.
A
la vuelta, ahora sí, y tras nuevamente bachear por el camino de tierra, nos
acercamos a la Playa de Guadamía, que parece escondida en la desembocadura del
rio que lleva el mismo nombre y entre dos paredes de acantilados que dota el
lugar de un singular toque paradisiaco.
Playa de Guadamía. |
Otra
vez por la AS-263 seguimos vehiculando hasta llegar a la localidad de Nueva,
donde nuevamente tomamos una carreterita dirección a la costa, hasta dar con la
Playa de Cuevas del Mar. En ella pequeños acantilados enrevesados y una arena
maltrecha por los temporales hacían de la desembocadura del Rio Nueva otro
lugar particular.
A
escasos metros de la playa tomamos un refrigerio en un chiringuito, mientras
disfrutábamos del entorno.
El
día continuaba nublado y amenazante de lluvia, y a nuestra llegada a Llanes,
las amenazas de lluvia se convertían en realidad.
Llanes
(13.572 hab. 43º25N/04º45W) nos recibió como digo con agua y quizás eso tiñó de
un tono melancólico nuestro trastear por sus calles.
Melancolía
que desapareció pronto, cuando en el Mescolanza pudimos disfrutar de las
famosas fabes, en sus dos variedades más comunes, con almejas y con compango.
Luego
y de la mano de Mónica (nuestra guía particular) conocimos algo más de la
historia de la villa, de sus orígenes y de sus pescadores de ballenas que eran
auténticos héroes en siglos pasados. También visitamos la rula o lonja y
pudimos presenciar la subasta del día.
Dejamos
atrás Llanes con fuerte aguacero, que no era obstáculo para continuar con
nuestra ruta, que ahora nos llevaría nuevamente por la AS-263, hasta la Playa
de Barro, en el municipio de Niembru, donde hicimos una paradita para disfrutar
de las vistas. Pero el autentico disfrute llegó en Naves (180 hab. 43º33N/05º78W). Por sus
estrechas y empinadas calles vehiculamos sin saber muy bien si estábamos en
nuestro destino, hasta que tras abandonar el pueblo y seguir por una
carreterita dimos con el mirador.
Desde el mismo una inmensidad se
abría ante nuestros ojos, a un lado la Playa de Torimbia y al otro la de
San Antolín o Bedón (como la llaman los lugareños). Enfundados con nuestros
trajes de agua caminamos durante un ratito por la senda que baja hasta las
maravillosas arenas de la Playa de San Antolín, luego hicimos lo propio por
otra que llegaba hasta el mismo extremo del Cabo. Las sensaciones vividas son
difícilmente explicables.
Playa de San Antolín |
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