Dia 2.
Jueves 26 Junio 2014.
Lago Enol. Santuario Covadonga. Rondando el Naranco. (48 Km).
El
jueves era nuestro primer día en el Principado y aprovechando nuestra cercanía
a lugares emblemáticos decidimos poner rumbo a los lagos a primera hora de la
mañana. Resultó ser una de las rutas más cortitas pero a la vez de las más intensas.
Dejamos
atrás Cangas de Onil por la AS-114, para luego tomar la CO-4 a la altura de
Soto de Cangas. Las nubes se alternaban con el sol en un cielo que poco después
se tornaría totalmente nublado. La intensa vegetación y la serpenteante
carretera, numerosamente invadida de vacas, nos hacía disfrutar de un recorrido
sensacional en el que vehiculábamos totalmente solo.
El
Lago de Enol, parecía esperarnos sin prisas, y a pocos metros dejamos la
ranche, para adentrarnos por una senda que nos dejaba a la orilla del mismo.
Permanecer en ese mágico lugar, solos, solamente acompañados por lo mugidos del
ganado que pastaba por los alrededores, nos hizo entender lo insignificante que
es el ser humano ante tanta naturaleza. Pero una niebla intensa fue poco a poco
adueñándose de lugar haciéndonos volver a la ranche e invitándonos a proseguir
con nuestra ruta.
Lago de enol |
Santuario Virgen de Covadonga |
Ruta que continuó hasta el Santuario de la Virgen de Covadonga. Resulta
un lugar místico incluso para los no creyentes.
Construido a escasos metros de
la cueva donde al parecer se apareció la virgen, el santuario
toma protagonismo entre las montañas impregnadas de vegetación y de tonos
verdosos, donde destaca sus tejados de color arenoso. Todo parece colocado con
maestría para llamar la atención del viajero, convirtiéndolo en un lugar de
peregrinación para fieles y no fieles.
En
nuestra vuelta hacía Cangas de Onil un hecho particular pudo haber trastocado
nuestras vacaciones. Y es que a punto estuvimos de ser robados por una
cuadrilla de gitanos, que aprovechando nuestro grave despiste de dejar nuestras
mochilas y teléfonos a la vista en el interior de la ranche, se sorprendieron
con nuestra presencia cuando a puntito estaban de romper el cristal de la
ventanilla de la ranche.
Todo
ello ocurrió en la parroquia de Covadonga, y quizás por ello, la Virgen nos
tendió un manto.
Tras
volver a Cangas y dirigirnos a la Oficina de Turismo para pedir información (la
guía de Asturias se quedó en Montilla), pusimos rumbo a otro de los lugares más
bonitos de nuestras vacaciones. Nuevamente tomamos la AS-114 que nos llevaría
por paisajes preciosos (esto siempre va ha ser así) hasta Arenas de Cabrales
donde cogeríamos la AS-264, una vía estrechita, serpenteante, y casi siempre acompañada por el Rio Cares
hasta llegar a Poncebos.
Una
vez en Poncebos dejamos la ranche y a pie comenzamos la subida hasta el mirador
del Naranco de Bulnes por una pista mal asfaltada que haciendo eses (casi
veinte curvas) y que tras un buen rato de sufrimiento y ascenso nos dejó
en la aldea de Camarmeña (25 hab.
43º26N/04º83W).
Naranco de Bulnes |
Al
mirador no llegamos, ya que nada más entrar por la aldea nos topamos con el Bar
la Fuentina, donde paramos casi de forma inconsciente. Un buen solomillo de
ternera y cervecitas fueron el argumento ideal y compañeros extraordinarios
para contemplar desde la terraza de la Fuentina
el pico del naranco que apenas se dejaba ver tras una nube grisácea, a
unos cuanto de kilómetros y bajo un solecito balsámico dimos buena cuenta de
aquel manjar. Luego y antes de volver sobre nuestros paso visitamos la aldea
(Un par de minutos, si acaso).
Apenas
llevábamos algo más de medio día en Asturias y las sensaciones estaban a tope.
Y para continuar disfrutando (solo transitar por aquellas tierras ya lo es)
decidimos visitar un museo cueva donde duermen los famosos quesos de cabrales,
no en vano andábamos por esa comarca. La experiencia no es nada del otro mundo
pero merece la pena saber de las costumbres de sus gentes y del procedimiento
que sigue el queso.
Una
vez en Cangas y para reponer azucares y cafeína, hicimos una paradita en la
plaza del Ayuntamiento (Cafetería Hotel Los Arcos), allí hicimos un recorrido mental
por todo lo vivido hasta ese momento y planificamos el día siguiente. Pero
nuestro primer jueves en Asturias daría aún mucho de sí, tanto como cuatro
botellas de sidra bien escanciadas, acompañadas de buenas viandas de la tierra,
y con el broche final de unos bailes en una placita cercana a la sidrería donde
Carmen demostró todos sus encantos de bailarina.
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